miércoles, 26 de noviembre de 2014

SELECCIONADOS para ‘EL AGUAYMANTO DE ORO’, lo peor de la ARQUITECTURA PERUANA


“Grandes éxitos de la Arquitectura Peruana” ha traído a nuestro medio el humor inteligente y la crítica ácida y directa que hacía falta. Ocultos tras la pantalla todos nos convertimos en críticos, empezamos a reírnos de nosotros mismos y también a indignarnos. Por algo se empieza.

Don Héctor Velarde me pide a través del feis que sea jurado de los “Premios Goldenberry”. Longhi habla con los muertos, y yo estoy chateando con uno, así que acepto de inmediato.

Entre los finalistas observo no solo lo que se ha hecho, sino también lo que se dice que se ha hecho, lo que se pretendía lograr y lo que se vende. Mi selección final no tiene orden de (des)mérito. Son 5 obras que en conjunto intentan retratar las miserias de nuestro mundito arquitectónico. Quizás no sean en si mismas lo peor, pero sí lo representan.


Casa Palabritas – José Orrego

Las pretendidas referencias a la arquitectura brasileña (curva = Niemeyer) y al cine de Kubrick (acentos rojos = El Resplandor o 2001) se quedan en una continuidad de las búsquedas proyectuales de Bembos, cadena que le da de comer a Metrópolis en su incesante búsqueda de éxito comercial.

No puedo imaginar personas habitando estas casas de playa tan mírame-pero-no-me-toques, símbolos internacionales de la arquitectura peruana. La web de esta “ofi” reza: “Nuestro compromiso es brindar un gran diseño que ayude a mejorar la condición humana”, pero esta pobre familia está inhumanamente condicionada a usar solo individuales rojos, toallas rojas y calzones rojos. Bien por ellos, su cosa es mas bonita que la del vecino. 



Ministerio de Educación – Alfonso De la Piedra

Esta mala copia de un edificio mexicano del ´75 plantea que la Educación se representa con una pila de libros gigante (aunque cerrados y tirados en la calle). La metáfora se convierte en ironía al ver las pésimas condiciones en que se encuentra su vecino inmediato,  el colegio 7083, donde enseñan a los niños a no copiar.

El mojón es figureti (se ve de todas partes), falso (parece una maqueta), aislado (no tiene nada que ver con el resto del conjunto arquitectónico ni con su entorno), y triste (gris como los uniformes escolares). Gran retrato de lo que produce nuestra pésima educación.



Remodelación BCP – V. Oid

Una muestra del travestismo que vienen sufriendo muchos edificios de la zona financiera (lo del BBVA de Smirnoff es un atentado).

“900 m2 de estructura led. Para accionar el movimiento de las luces es necesario que los transeúntes efectúen movimientos con sus manos sobre la pantalla táctil al frente de la torre, los cuales se reflejarán en la portada en una trama tridimensional”. Puro espectáculo que devela lo que es un banco: una fachada que engatusa a ciudadanos entendidos como consumistas.

VOID escribe que con esto plantean una reconciliación con la ciudad, una nueva vida urbana en Lima. El gerente anuncia un regalo para todos nosotros, para que podamos expresarnos. Me río. ¡Descarados!





Teatro Nacional – Alfonso De la Piedra

Arquitectura al “servicio” del poder político. Alan quería un edificio que lo represente, y lo logró: trafa en el proceso, exageración en las formas, ego colosal hasta niveles irrisorios. Lo hizo su amigo de la Piedra (otra vez), robándole el concurso al joven ganador Bernardo Aguilar. El teatro por dentro es tan falso como por fuera. Un horror ético y estético.

Al pasar por este “eje cultural” (la estación del Tren eléctrico también es una copia, de un edificio de Koolhaas), esta cosa que chilla el lado del excelente Museo de la Nación nos obliga a preguntarnos ¿qué la pasó al Perú en los últimos 40 años? Duele.



Proyecto campus UTEC – Javier Artadi

La universidad peruana es una muralla. Una que te protege dentro de un “mundo feliz” (algunas privadas), una con la que te estrellas de cara (algunas pública) o que te encierra en la ignorancia (muchas de las nuevas privadas). Pero la arquitectura debería combatir estos problemas, no hacerles una alegoría como la de Artadi, quien hace un murazo blanco para imponer su objeto a toda la ciudad, y porque a el le gusta. El otro volumen tiene rombos, entonces es precolombino. Esa lógica banal trata de imponer el minimalismo a una sociedad barroca y colorida.

Lo triste es que el ganador del concurso, que se está construyendo, es otro monstruo. Pobre Barranco. Primero el Metropolitano, y ahora esto.