jueves, 29 de agosto de 2013

DE UN ESPACIO INÚTIL (Georges Perec)*



En varias ocasiones he tratado de pensar en un apartamento donde hubiera una pieza inútil, absoluta y deliberadamente inútil. No se trataba de un trastero, no era una habitación suplementaria, ni un pasillo, ni un cuchitril, ni un recoveco. Habría sido un espacio sin función. No habría servido para nada, no habría remitido a nada

A pesar de mis esfuerzos me fue imposible llevar a cabo este pensamiento, esta imagen, hasta el final. El mismo lenguaje, me parece, se reveló incapaz de describir esa nada, ese vacío, como si solo se pudiera hablar de lo que es pleno, útil y funcional.

Un espacio sin función. No “sin función precisa”, sino precisamente sin función; no pluri-funcional (esto todo el mundo lo sabe hacer), sino a-funcional. Evidentemente no habría sido un espacio destinado únicamente a “liberar” los otros (cuarto trasero, armario empotrado, guardarropa, estanterías, etc) sino un espacio, repito, que no habría servido para nada.

A veces llego a no pensar en nada, y ni siquiera como el amigo Pierrot a la muerte de Luis XVI: de repente me doy cuenta de que estoy aquí, que el metro acaba de pararse y que tras abandonar Dugommier unos noventa segundos antes, aunque parezca imposible, ahora estoy en Daumesnil. Pero, en este caso, no he llegado a pensar la nada. ¿Cómo pensar la nada? ¿Cómo pensar la nada sin poner automáticamente algo alrededor de esa nada, lo cual produce un agujero, en el que rápidamente se va a poner algo, una práctica, una función, un destino, una mirada, una necesidad, una ausencia, un excedente…?

Traté de seguir con docilidad esta idea tan difusa. Y encontré muchos espacios inutilizables, y muchos espacios inutilizados. Pero no quería nada inutilizable, ni tampoco nada inutilizado, sino algo que fuera inútil. ¿Cómo prescindir de las funciones, los ritmos, las costumbres, cómo prescindir de la necesidad? Me imaginé que vivía en un apartamento inmenso, tan inmenso que nunca conseguía acordarme de cuántas piezas tenías (lo supe tiempo atrás, pero lo había olvidado y sabía que era demasiado viejo para volver a empezar un recuento tan complicado): todas las piezas servirían para algo, menos una. La cosa era encontrar esta última. En una palabra, no era más difícil que encontrar, en el caso de los lectores de La Biblioteca de Babel, el libro que tenía la clave de los demás. Efectivamente era algo muy próximo al vértigo borgesiano el hecho de querer representarse una sala reservada para la audición de la Sinfonía #48 en do, llamada Maria Theresa, de Josph Haydn, otra dedicada a la lectura del barómetro o a la limpieza de mi dedo gordo del pie derecho…

Pensé en el viejo príncipe Bolkonski que, cuando le inquieta la suerte de su hijo, busca en vano durante toda la noche de habitación en habitación, con una antorcha en la mano y seguido de su servidor Tikhone con unas mantas de piel, la cama donde al fin cogerá el sueño. Pensé en una novela de ciencia-ficción en la que la noción de hábitat habría desaparecido; pensé en otro relato de Borges (El Inmortal) en el que unos hombres que habían perdido la necesidad de vivir y de morir construyen palacios en ruina y escalera inutilizables; pensé en grabados de Escher y en cuadros de Magritte; pensé en una gigantesca caja de Skinner: una habitación enteramente negra, un único botón en una de las paredes; al apretar el botón aparece durante un breve instante algo así como una cruz de Malta gris sobre el fondo blanco…; pensé en las grandes pirámides y en el interior de la iglesia de Saenredam; pensé en algo japonés; pensé en el vago recuerdo que tenia de una texto de Heisenbuttel en el que el narrador descubre una pieza sin puertas ni ventanas; pensé en sueños que había tenido sobre el mismo tema, cuando descubría en mi propio apartamento una pieza que no conocía.

Jamás llegué a algo realmente satisfactorio. Pero creo que no perdí completamente el tiempo al tratar de franquear ese límite improbable: tengo la impresión de que a través de este esfuerzo se transparenta algo que podría tener estatuto de habitable… 


* Extracto de “El Apartamento”, en “Especies de Espacios” (1974)

miércoles, 3 de julio de 2013

FRANZ KAFKA: Dos cuentos sobre habitar y construir (y un proyecto arquitectónico)






EL ESCUDO DE LA CIUDAD

En un comienzo, todas las providencias dispuestas para construir la Torre de Babel se caracterizaban por su límpido ordenamiento; es verdad que acaso su orden era demasiado perfecto: se había pensado demasiado en los guías, en los intérpretes, en las comodidades para los trabajadores y en las vías de comunicación, como si hubiera siglos por delante para poner la obra en marcha. En realidad, en aquella época la opinión general era que, simplemente, sería imposible construirla con la lentitud suficiente, y una pequeñísima insistencia sobre este punto hubiera bastado para que se vacilara hasta en poner los cimientos. La gente razonaba de la siguiente manera: el asunto esencial consistía en la idea de construir una torre que llegara al cielo. En relación con la magnitud de esta idea, cualquier cosa es secundaria. La idea, una vez captada en toda su dimensión, nunca podrá desvanecerse; mientras haya hombres sobre la tierra, subsistirá el irresistible deseo de completar la construcción. Siendo así las cosas, no hace falta sentirse ansioso acerca del porvenir; al contrario, el conocimiento humano crece incesantemente, el arte de la construcción ha progresado, progresa y progresará aún mas: un trabajo como los que hoy nos llevan un año tal vez podrá ser terminado en seis meses dentro de un siglo, sin contar con que estará mejor hecho, será más duradero. Entonces, ¿por qué apurarse? ¿Por qué esforzar hasta sus extremos las actuales capacidades? Esto tendría sentido si al menos resultara probable que la construcción de la Torre fuese terminada en el lapso de una generación. Pero tal posibilidad supera toda esperanza. Lo más probable es que la generación siguiente, con sus conocimientos perfeccionados, encuentre malo el trabajo de sus predecesores y demuela lo que fue construido, para volver a empezarlo. Pensamientos de esta índole paralizaban a la gente, que se ocupaba menos de la construcción de la torre que de la construcción de una ciudad para los trabajadores. Cada nación exigía para si los albergues más hermosos, lo cual daba origen a conflictos que degeneraban en sangrientas disputas. Disputas que nunca llegaban a un fin; y esto constituyó para los directores una prueba más de que la construcción de la torre debía realizarse con la mayor lentitud, o mejor aún, ser postergada hasta la declaración de la paz universal. Pero no solo en disputas se perdía el tiempo: en los intervalos de paz la ciudad era abandonada y embellecida, lo cual, por desgracia, bastaba para promover nuevas envidias y nuevas disputas.

Así se fueron los años de la primera generación, y ninguna de las que siguieron mostró la menor diferencia con ella; salvo en el hecho de que la habilidad técnica crecía, y con ella aumentaban las oportunidades de conflicto.

A esto hay que agregar que la segunda o tercera generación ya había reconocido la insensatez del proyecto de erigir una torre que alcanzara el cielo; pero para entonces todos estaban demasiado complicados en el asunto como para desistir de él.

Las leyendas y canciones que nacieron en esa ciudad están rebosantes de anhelo, por el día profetizado en que cinco golpes de un gigantesco puño destruirán la ciudad. Por esta razón, en el escudo de armas de la ciudad se ve un puño cerrado.






EL PUENTE 

Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.


Fue una vez hacia el atardecer -no sé si el primero y el milésimo-, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.



Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mi. La punta del bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor. Fue entonces -yo soñaba tras él sobre montañas y valles- que saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta! No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.







EL CASTILLO

Este otro cuento, obra póstuma de 1926, puede verse aquí http://www.archdaily.com/121483/ad-classics-kafka-castle-ricardo-bofill/ , en versión del arquitecto catalán Ricardo Bofill: “El Castillo de Kafka”, obra de 1968 en las afueras de Barcelona.





domingo, 23 de junio de 2013

"NO VIVE YA NADIE", de César Vallejo

- No vive ya nadie en la casa -me dices-; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.

Y yo te digo: cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.

Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avion o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continua en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continua en la casa, es el sujeto del acto.





* de Poemas en prosa (1023-1929), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994)

viernes, 31 de mayo de 2013

CHARLES CHAPLIN: el Vagabundo en la Ciudad

 “¿cuántos de nosotros
sabemos gozar del silencio,
esa gracia universal?”
Charles Chaplin
  

Una madre esquizofrénica. Un padre alcohólico, de los que un día simplemente se fueron. Así creció Chaplin, en medio de la pobreza urbana de Londres del cambio de siglo (XIX-XX). Las “penurias” del niño Chaplin tienen como escenario a la ciudad industrial, y luego, quizás como una manera de afrontar ese pasado, en sus películas se opone a ella, a la ciudad-máquina hecha solo para trabajar y dormir, jugando con una ciudad donde pasan cosas, donde hay vida en abundancia, y donde vagabundear para sobrevivir (ocupación oficial de su personaje) puede resultar una actividad, además de necesaria, placentera y hasta divertida.


Así, Chaplin construyó a su gran personaje: “Charlot”, este vagabundo ingenuo y sentimental vestido de gentleman que busca mejorar su vida sin lograrlo NUNCA… y en esa búsqueda, pues le pasan cosas (como no): situaciones deliciosamente diversas en las que nos hace reír con su toque tragicómico, critico y sutilmente conmovedor.

Tiempos modernos” comienza con su vida como un obrero en la fábrica, quien no soporta la presión de la rutina mecanizada en la que su función es ser una pieza mas de los engranajes del sistema de producción en serie. Se ha vuelto loco, dicen. “Recuperado de una depresión nerviosa, pero sin trabajo, sale del hospital para empezar una nueva vida”. En la calle. El azar, la cárcel, y de nuevo la calle.


Las escenas en el edificio del almacén son, en clave arquitectónica, deliciosas. ¡Cómo juega en cada uno de los espacios!  Y al fin una casa encontrada, su casa, que “claro que no es el Palacio de Buckingham”, pero es una casa con amor al fin y al cabo. Como dice Gastón Bachelard en “La Poética del Espacio”, “la casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz”. Charlot sueña con encontrar trabajo y salir adelante.


En “El Pibe” podemos verlo inventarse el trabajo de las formas mas creativas y amorales. Siempre un poco de hambre verdadero. Siempre un gesto de ternura. Siempre una sonrisa y un digno silencio.


Charlot es un ícono no solo del cine, sino de la historia. Por muchos años fue mentado como el personaje más conocido no solo del mundo del arte sino del mundo en general.  Y es que es un héroe de nuestros tiempos que expresa una realidad viviente: Detrás de ese esforzarse por vivir luchando contra todo, hasta contra si mismo (su propia torpeza, su propia ingenuidad), está la imagen de EL CONSTANTE FRACASO DEL DESTINO HUMANO, PERO VIVIDO CON UNA COMICIDAD HERÓICA. Vemos, entonces, que hay un trasfondo filosófico y social que configura un poderoso cine de crítica.


En paralelo con este personaje tierno y cómico del cine, está el Chaplin real, perseguido por el conservadurismo americano que, en la guerra fría, lo acusara de comunista, y hasta de pedófilo, inventando todo tipo de escándalos con tal de encarcelar a este espíritu libre. Sus ideas progresistas enfurecían a los puritanos, para quienes es incómodo que los espíritus libres permanezcan libres. Hollywood lo termina expulsando.


Exiliado en Suiza, se dedica a musicalizar sus películas mudas. A pesar de la arremetida del cine sonoro, Charlot nunca habló, pues Chaplin siempre defendió la belleza del silencio como su poderoso medio de expresión, su única forma de protesta ante el mundo que le tocó observar.


El cine de Chaplin nos enseña que en medio del estrés de la vida moderna siempre puede haber espacio para la aventura y la libertad. Que podemos crear ciudades no solo para producir dinero con eficiencia, sino también para vivir, para estar, para recorrer con libertad… para que sucedan cosas: CIUDADES PARA EL VAGABUNDO, en todo el buen sentido “chaplinesco” de la palabra.

Mural en FITECA 2008 (La Balanza, Comas)


* Es conveniente aclarar que con el témino vagabundo no me refiere a un simple vago que no trabaja, sino al “errabundo” situacionista o al “flaneur” literario, que se mueve por la ciudad con un sentido errático, a la deriva, ejerciendo la libertad del andar en el espacio.

domingo, 26 de mayo de 2013

MAS BESTIAS QUE NUNCA. Participación en el Festival Teórico por los 25 años de "Los Bestias"

(texto leído el 21.09.12 en el CC Ccori Wasi de la URP *)





MOMENTO POLÍTICO Y ESPACIO ARQUITECTÓNICO

Ciertamente Los Bestiarios fue resultado de una serie de factores diversos. Como dice Elio Martuccelli: “una situación dada en un momento determinado” [1].

Es clave el momento político del país, del que creo ya se ha hablado. Yo sumaría a ese factor otro que considero no menos importante, que es el del espacio arquitectónico; y para explicarlo voy a permitirme trazar un paralelo con mi experiencia personal como estudiante de arquitectura en los orígenes de lo que hoy es CITIO, colectivo al que represento y por el cual estoy aquí sentado hoy.

Pensemos en el momento político y en el espacio arquitectónico donde estudiaban Los Bestias en la URP a mediados de los 80s: crisis generalizada, terrorismo, guerra civil, una juventud que no creía en el futuro y estaba harta de todo; y un edificio en construcción, rodeado de un pampón de tierra. Casi el paisaje de una invasión.

El que yo viví en la FAUA a fines de los 90s e inicios de siglo, fue el momento histórico inmediatamente posterior: el proceso de “pacificación” de Fujimori aniquiló todo tipo de organización estudiantil, el miedo a la represión imperaba y el silencio se había impuesto, nadie se quejaba de nada, se instauraba el modelo neoliberal, la cultura de lo espectacular y el inicio del boom de la construcción prometía futuro trabajo para todos. Todo esto en un edificio perfecto, calificado como la mejor infraestructura para facultad de arquitectura, lleno de tradición, cargado de significados pre-establecidos. Mas allá de los jardines y el muro perimétrico, la av. Túpac Amaru y una ciudad en ebullición.



¿Cuál es la relación entre la arquitectura como materia construida y las situaciones que en ella se generan? Veamos:

Los Bestias tenían que gritar, construir su propio espacio y dotar de significados el vacío. Lo hicieron con arquitectura, con montajes efímeros que me recuerdan a la arquitectura de antes de la arquitectura, esa arquitectura primitiva de los menhires y los caminos que buscaban significar los lugares que se empezaban a habitar, como también lo hacían en ese entonces los nuevos limeños que con esteras y banderas del Perú erigían símbolos de su conquista ciudadana en proceso.

Nosotros teníamos que empezar a decir cosas en un espacio ya construido, donde cada rincón tenía un significado impuesto por 50 años de uso. Lo hicimos también con arquitectura, con desmontajes conceptuales que eran como los eventos callejeros de Lima en los que usos y espacios se cruzan y contaminan: conciertos en los techos, conferencias en las escaleras, cine en los jardines y demás situaciones en las que espacios y gentes se chocaban para re-significar el lugar del habitar.


El uso del espacio público y el juego con el programa arquitectónico conducen hasta hoy nuestro trabajo, y no es casualidad que en los Bestias esa búsqueda o reacción inicial, siendo estudiantes, haya estado presente hasta muchos años después, o en su carrera completa en algunos casos. El vínculo entre arquitectura y política es claro. Y la educación juega un papel importante en eso: la mayor parte de la nuestra, como supongo la de ellos, estuvo en la acción fuera de las aulas. No porque nos lo enseñaran, sino porque así sentíamos que tenía que ser.

ARQUITECTURA COMO ACCIÓN

Esto me lleva a la segunda reflexión, que tiene que ver con lo que dice Hannah Arendt en “Labor, Trabajo, Acción”, que algunos autores han releído en clave arquitectónica. Tradicionalmente, contemplación y acción definen 2 tipos distintos de vida. Pero en el caso del arquitecto esto se pone en debate: un arquitecto es una persona que actúa de tanto contemplar, para mejorar o transformar lo que contempla. Podríamos decir entonces que sin contemplación crítica y sin acción propositiva no puede existir arquitectura.

Pero hoy, como en la mayor parte de la historia de nuestra ciudad, quienes contemplan no actúan y quienes actúan no contemplan. Considero que solo Los Bestias, y antes que ellos la Agrupación Espacio, con sus diferencias, han sabido y han podido unir estos 2 tipos de vida en una sola.

Ambos grupos son también, desde mi punto de vista, de los pocos (por no decir los únicos) que llevaron a la arquitectura peruana al campo de la Acción. Si la arquitectura empezó como labor (producción de bienes a consumir para la supervivencia misma), y luego pasó a ser un trabajo (creación de cosas a usar en un mundo sólido y estable que nos brinda seguridad), con lo cual surgen los arquitectos, al pasar a la acción (que tiene que ver con el mundo colectivo, con el bien común, con lo público) estos asumen su rol intelectual y suman al rol técnico el político, devolviendo la dimensión artística y creativa pero con una sentido ético, con lo cual pueden tomar la iniciativa para la transformación del mundo colectivo, de la vida entendida como la vida entre los hombres.


Dentro de esta lógica la arquitectura entendida solo como diseño se queda en el campo del Trabajo, y como tal apuesta por su legitimación en el mercado y en los medios de producción, alejándose de la acción para producir objetos que se reproduzcan en las mismas lógicas del sistema imperante, osea, para que nada cambie. En cambio la Acción, que nos libera de la labor productiva, del trabajo para obtener resultados durables, de la funcionalidad de los bienes de consumo y de la utilidad de los objetos de uso, produce esas historias (como las que hoy estamos recordando) que son capaces de cambiar la Historia, porque la Acción, dice Arendt, “es como un recordatorio siempre presente de que los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar algo nuevo”.

Hoy ¿hay en el Perú un montón de trabajo para los arquitectos? Si pues, miren que por todos lados se construye. Pero hay poca acción. Miren lo que se construye y cómo se construye. Por eso el actual éxito de la urbanización es el fracaso de la ciudad. Es urgente comenzar algo nuevo.


NECESIDAD vs DESEO / PODER vs POTENCIA

Creo que cuando hablaban de “liberar a la bestia que tenemos dentro” estaban comenzando algo nuevo. Esa actitud alejada de la razón instrumental y mas cercana a las pulsiones internas, refleja un alejamiento de la comprensión de la arquitectura como necesidad y una aproximación a la arquitectura como DESEO. Eso la reivindica y la potencia porque es afirmar que la arquitectura es importante justamente porque no es necesaria, o mejor dicho, porque es siempre algo que va más allá de lo necesario. Sino díganme ¿para que “necesitábamos” las cosas que hacían Los Bestias? Realmente para Nada. Y ahí está su valor y su novedad. Una arquitectura que no es necesaria (en el sentido funcional) renuncia al poder, y renunciar al poder, que en nuestra sociedad está definido como control, es quitarse la etiqueta de expertos para luchar contra el sistema actual de construcción del hábitat, que tiene que ser criticado desde la acción. Trabajando obras abiertas, participativas, con materiales reciclados, construyéndolas uno mismo, usando la carga simbólica de la arquitectura, se logra algo que parece difícil: renunciar al poder y a la vez incrementar la potencia de las obras o las propuestas.

Esto es una gran provocación: ¿Como renunciar al poder sin perder potencia? ¿Como ser potente sin abusar del poder? Creo que la clave está en ser siempre un principiante que comienza algo nuevo, y no un experto que repite lo que ya sabe. No es casual que todo esto se haya dado cuando los personajes en cuestión aún eran estudiantes.


Y ¿cómo están, qué hacen los estudiantes, o los arquitectos jóvenes hoy en el Perú? Hace poco se realizó el evento "A35, Arquitectura joven del Perú", en el que estuve presente como expositor, y para mi la situación es preocupante: La gran mayoría de arquitectos jóvenes no están muy preocupados en ser principiantes que inicien nuevos caminos, sino en volverse expertos lo más rápido posible. Parecía una selección de jóvenes que quieren ser viejos ya. Buenas obras, buenos proyectos, pero de resistencia y de acción, casi nada.

Así volvemos al comienzo, a la universidad. ¿Qué podemos hacer desde la educación para que el gesto de los Bestias no sea un hecho aislado que rememoremos después de un vacío de 25 años? ¿Cómo podemos provocar a los principiantes para que sean principiantes de nuevos caminos y no acepten la etiqueta de expertos que usan ese poder para imponer un hábitat monótono y encerrado a los hombres. ¿Qué podemos hacer para que los jóvenes no pierdan la cualidad de provocar?


ARQUITECTURA COMO INCOMODIDAD

Enrique Ciriani hizo hace poco un llamado de atención a los jóvenes. Dijo: “En un mundo que no CREE no puede haber Arquitectura. En un mundo que no DESEA no puede haber Arquitectura. En un mundo que no puede EMOCIONAR sino con efectos especiales no puede haber Arquitectura. La Arquitectura es fundamental para que la humanidad tenga sentido. La arquitectura es una cosa seria” [2]

Yo añadiría que lo más serio que podemos hacer para lograr todo eso desde la arquitectura es incomodar. Porque como lo dijeron Los Bestias con sus acciones hace 25 años, la arquitectura no solo tiene que ver con el confort y las cosas bonitas. Los Bestias incomodaron. Hicieron que la gente crea. Provocaron deseos. Emocionaron. Entonces puedo finalizar diciendo que Los Bestias, con su irreverencia, con su estética precaria y colorida, y con sus contradicciones, son COSA SERIA. Ser Bestia seguirá siendo una provocación.



Gracias a la invitación de Patricia Ciriani y Alfredo Marquez, responsables del evento

[1] Bestiarios, grupo de arquitectura y otros cómputos
[2] Discurso del Arq Ciriani en el Conea Huancayo 2010 http://www.youtube.com/watch?v=U0ghdiGyOlM

Las Imágenes del trabajo de Los Bestias han sido extraídas del blog ControversiArte, de Herbert Rodriguez
El resto pertenecen al archivo CITIO http://blog-citio.blogspot.com/

jueves, 23 de mayo de 2013

PERSONAJES LIMEÑOS en "Kimbafá suena Barrio", Teatro del Milenio / Fiteca 2013


Cada ciudad crea sus personajes, y estos la transforman y son transformados por ella a lo largo del tiempo.

En palabras del Arq. Wiley Ludeña, "Lima ya no es una ciudad consolidada con pequeñas porciones de barriadas al borde, Lima es una mega-barriada con pequeñas porciones de ciudad consolidada" [1]. Esta nueva Lima multicultural (70% de nuestra ciudad) se gestó en las calles.

José Matos Mar en su clásico "Desborde popular y crisis del Estado" [2], retrataba la cultura adaptativa con la que el migrante iba transformando la vida de Lima. La música con la chicha, el transporte con las combis, los espacios públicos con las losas deportivas y las polladas, el comercio con los ambulantes.  Concluía que  “negar la potencialidad y el valor positivo del estilo nuevo de vida urbana sería negar el poder creativo del hombre peruano. Intentar reprimirlos sería suicida… (Es necesario) canalizar constructivamente las fuerzas en marcha y orientarlas hacia un objetivo común: la construcción de un orden social mas justo y mas nuestro”

Jordi Borja dice en "La ciudad conquistada" [3] que “la gran ciudad es un complejo en proceso de transformación permanente que exige a los ciudadanos que cambien, se adapten, tomen decisiones, sean competitivos, generen oportunidades y no pierdan posiciones, sino que las ganen". La vida del ciudadano es una fuente de ansiedades, pero también una aventura constante

Hace unos días en la FITECA [4] pude gozar de la obra "Kimbafá suena Barrio", del Teatro del Milenio (cuyo director ha sido compañero de La Gran Marcha, grupo que encabeza la movida cultural en la zona), que nos presenta a diferentes personajes luchando con la ciudad para hacerla suya y ser parte de ella. Todo esto con humor, belleza, y por supuesto, mucho ritmo.

A quienes no pudieron estar ahi, estos videitos les permitirán disfrutar de los personajes limeños de hoy bajo la mirada e interpretación de Kimba Fá, que seguramente regresará al barrio La Balanza para la FITECA 2014. No se lo pueden perder.

Oído a la ciudad.


Intro


Lima

Una china pe


Dolche y Gamarra


Que buenos mangos 


Queremos trabajar o... 


Ya ya sube sube

Cierre

Fin de la función





[1] Actualidad Ambiental con el Arquitecto Wiley Ludeña - Pensando la ciudad http://www.youtube.com/watch?v=96-eiEOcCzM

[2] Matos, J. (2004). Desborde popular y crisis del Estado, 20 años después. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
[3] Borja, J. (2003). La ciudad Conquistada. Madrid: Alianza Editorial
[4] Fiteca Noticias – 5 de Mayo http://www.youtube.com/watch?v=ZBGPDvTRA1c , gracias a Tomate Colectivo

lunes, 6 de mayo de 2013

BRIAN ENO: ARQUITECTO/JARDINERO (Manco Cápac vs. La Pampa Urbana)

Hace unos días se reinauguró la Plaza Manco Capac[1], “símbolo por antonomasia del populoso distrito de La Victoria y de los migrantes andinos que en el siglo pasado llegaron a la capital” (diario El Peruano). El alcalde del distrito, Sánchez Aizcorbe, es arquitecto. La inversión es de mas de 6 millones de soles. Las críticas al proyecto abundan.



Al mismo tiempo la Municipalidad Metropolitana de Lima propone afrontar el problema de La Parada (también en La Victoria) con la construcción del Parque del Migrante y la Plaza Chacalón[2]. Mas críticas aparecen desde diversos sectores.
La esposa del mítico cantante se opone porque no le gustaría “que se cambie su figura de hombre del pueblo”.[3] Los mayoristas organizan una marcha y presentan una maqueta de su proyecto[4], elaborado por un arquitecto inhabilitado en el CAP por falta de pago. La colorida propuesta presenta una tremenda diversidad de usos y tipos de edificio aglutinados en toda la manzana.

El debate alrededor de estos proyectos (posterior a su aparición pública, porque antes nunca discutimos) ha tocado varios temas importantes, como la ausencia de concursos arquitectónicos, los nombres que se asignan a los nuevos espacios, los montos de inversión y otros. Pero se ha hablado sobre todo de DISEÑO. A unos les gusta, a otros no. Todos tienen ideas de lo que debería y lo que no debería ser.

La Plaza Manco Cápac esta "hiperdiseñada", es mas o menos lo que se oye de un lado. A propósito, hace unos meses el Arquitecto Wiley Ludeña nos presentaba el concepto de “Pampa Urbana”, usando como ejemplo un parque sin nombre en Surco[5], que en su opinión es el mejor parque de Lima porque justamente no está diseñado como tal. A los 2 extremos, 2 formas radicalmente opuestas de afrontar el espacio público. Diseñar hasta el último detalle y llenar el espacio de pisos, muros, esculturas, luces y colores, o simplemente dejarlo libre para las personas.



¿Por qué queremos diseñar todo y tanto los arquitectos? ¿Hay otras formas de aproximarse al diseño? Hal Foster, profesor de arte y arqueología de la Universidad de Princeton, nos dice en su libro “Diseño y Delito”[6] que “una cosa parece clara: en el preciso momento en que se pensaba que el lazo consumista no podía estrecharse más en su lógica narcisista, lo hizo: el diseño es cómplice de un circuito casi perfecto de producción y consumo, sin mucho “margen de maniobra” para nada más”. Tanto así que podemos hablar de "el sujeto diseñado": “Hoy día uno no necesita ser asquerosamente rico para proyectarse no sólo como diseñador sino como diseñado, sea el producto en cuestión la casa de uno o su negocio, sus mejillas caídas (cirugía estética) o su personalidad retraída (drogas de diseño), su memoria histórica (museos de diseño) o su futuro ADN (niños de diseño).” 

Un polémico y profundo análisis sobre el marketing cultural y la arquitectura del espectáculo en un libro (¿contradictoriamente?) muy bien diseñado.


Mas respuestas podemos encontrar en el siempre genial Brian Eno, quien recientemente ha llevado su música generativa a un hospital inglés  con intenciones curativas (en el lobby proyecta "77 million painting"[7], y para los internos el disco "Quiet room for Montefiore"[8], con resultados hasta el momento bastante positivos (aunque algunos fans quieren internarse solo para escuchar el disco).

Eno dio en 2011 una conferencia titulada “El Jardin” en la Serpentine Marathon[9], que a continuación reproduzco por considerarla bastante aleccionadora respecto al tema tratado.


En la época en que comenzaba a grabar discos, comenzaba también el uso de los principios organizacionales en la música. Creo que la mayoría de la gente asume que la música es producida y creada de forma similar a los compositores sinfónicos, teniendo una idea completa en su cabeza, hasta el más mínimo detalle, de forma de escribirla y que otras personas puedan ejecutarla de la misma forma en la que uno imagina que trabaja un arquitecto, diseñando un edificio en todos sus detalles que luego será construido.

A mediados de los 1960’s se comenzó a considerar que no era del todo así. De hecho yo que comenzaba  entonces a hacer música, me di cuenta que lo estaba haciendo en esta ‘inusual’ nueva forma.

La música que oía por entonces, particularmente en relación a este punto, y por supuesto John Cage, y su uso de lo aleatorio y sus nuevos modos de tomar decisiones musicales –o no tomarlas-, lo que me fascinó de este tipo de música es que ellos realmente se alejaron de toda la forma anterior de componer, y es totalmente claro en estas piezas, que nunca se compuso teniendo en cuenta el resultado final en la cabeza al momento de comenzar, lo que el compositor tenía era una especie de menú, una especie de paquete con semillas, y una vez que estas semillas musicales se plantaban convirtiéndose en una pieza, esta se convertía en una serie de variaciones, tendiendo a diferentes versiones cada vez, para mí esto es realmente un nuevo paradigma componiendo, cambiando la idea del compositor como alguien situado a la cabeza de un proceso para convertirse en alguien situado en la base del proceso, que cuidadosamente planta semillas muy bien seleccionadas, y observa cómo se convierten en algo.

Ni la teoría del caos, ni la de la complejidad existían entonces, creo que ni siquiera teníamos la de las catástrofes, pero lo que si nos sucedió fue la cibernética, y me interesé profundamente en el trabajo de un científico llamado Sttaford Beer y de hecho nos hicimos amigos automáticamente, Sttaford estaba escribiendo un libro ‘The Brain of the firm’ relativo a los conceptos de la cibernética en los conceptos de administración y organización, el cual se publicaría en 1972-73, un libro muy interesante que esencialmente es esta idea de situarse en la base de la organización, con las cosas creciendo desde abajo, hasta convertirse en cosas con grados de complejidad.

Deben entender por qué esto nos resultaba sorprendente por entonces, es sorprendente por la misma razón que la teoría de la evolución es sorprendente para muchos estadounidenses, y es el concepto de algo inteligente resultante de algo simple, es muy difícil de comprender, no es del todo intuitivo, lo más chocante de la teoría de la evolución es la simpleza convirtiéndose en complejidad, lo que propone la teoría organizacional es eso, son las cosas simples organizándose de este nuevo modo, y hay una frase en el libro que creo que aún recuerdo, en vez de intentar organizar en la totalidad de los detalles, organizas solo algunos, entonces comienza la dinámica del sistema que te lleva en la dirección en la cual quieres ir, y esto se convirtió para mi en una suerte de moto, sobre como deseo que sea una composición.

Hacia el final de los 1970’s, de una forma u otra me interesé por una única actividad y esta fue la ‘serie surreal’ desarrollada por el matemático John Conway, me encantaría ahondar en ello, pero no dispongo de tiempo, por lo que puedo dar solo una pequeña sinopsis respecto de lo que se trata, creo que para la ciencia tiene un impacto similar al que tuvo Duchamp para el arte, es una idea muy simple desde la cual todo es diferente ahora, la vida es un juego matemático muy simple, el cual es totalmente determinista, tu sabes exactamente la fuentes de alimentación, tu sabes exactamente las reglas, las cuales son reglas muy simples, y sin embargo, los resultados son extremadamente impredecibles, algunas veces extremadamente aburridos, alunas veces increíblemente elaborados y bellos, pero por sobre todo, son impredecibles. Con lo que tu intuición se vuelve muy activa.

Y realmente comencé a pensar que la ciencia va de esto, de organizar de un modo diferente, necesitamos pensar en cómo las cosas se desarrollarán con una serie de nuevos paradigmas, intentaré explicar esto, de forma de conectarlo con el tema de hoy (el jardín), hablando respecto de la diferencia entre un jardinero y un arquitecto.

Un arquitecto –al menos en el sentido tradicional- es alguien quien tiene un concepto “en detalle” sobre el resultado final en su cabeza, su objetivo es controlar la naturaleza, todo lo que queda fuera de su edificio es un sujeto que debe mantenerse bajo control, un jardinero realmente no trabaja así; En realidad el jardinero niega por completo el control del ser humano sobre la naturaleza, y creo que hoy somos muchos en esta línea, que lo que hacemos es trabajar en colaboración con el complejo e impredecible proceso de la naturaleza, intentando insertar en ella algunas fuentes de alimentación, que nos guíen en la dirección en la que queremos ir, usando la propia dinámica del sistema para ir donde queremos ir.

Mi sensación es que el concepto organizacional se ha ido desplazando por los últimos 40 o 50 años en esta secuencia ciencia, cibernética, caos etc., son realmente todas formas de desviarnos de esta idea de que debemos comenzar pensando desde el control desde la base en vez de sobre como las cosas deberían ser hechas, realmente deberíamos olvidarnos de la idea de diseño inteligente, que es la teoría de la organización jerárquica desde la cabeza hacia la base. Realmente debemos dejar de pensar de ese modo y comenzar comprendiendo que la complejidad genera nuevas formas e inteligencias variadas.

Mi respuesta, como artista es comenzar a pensar mi trabajo como una forma de jardinería, unos veinte años atrás pensé en esta idea, el termino de ‘música generativa’  (música generadora) el cual es un término general que use, donde la idea central es que hacemos música en el mismo modo en que se hace un jardín, cuidadosamente seleccionando semillas, sembrándolas cuidadosamente y entonces, permitiéndoles tener vida propia, y la vida no es necesariamente lo que tu pensabas para ellas, y trabajo así, no obsesivamente pendiente en como las cosas se verán, o sonarán, sino mas bien deliberadamente me sitúo como alguien de la audiencia, de forma de verme sorprendido por ellas también.

Esto, lo que realmente significa es replantearse la propia posición como creador, si comienzas pensando en ti mismo como quien controla la audiencia o si es la audiencia, toda esa gente disfrutando de un jardín juntos –incluido el jardinero- es quizás algo similar a la diferencia entre el orden y el desorden, que es en realidad, la diferencia en el propio entendimiento de lo que el orden debe ser, y otra forma es la re comprensión respecto de la propia posición en el control del espectro que lo rodea.

Pero es que hay otro talento que poseemos, la capacidad de renuncia y de cooperación, ser capaz de renunciar es ser capaz de reconocer cuando parar de intentar controlar, y reconocer cuando ir con las cosas, y esa es una habilidad que realmente necesitaríamos re-aprender, el concepto de que el éxito reside en el control, nos hace prestar demasiada atención a esa habilidad, estamos tan acostumbrados a dignificar a quienes controlan que nos olvidamos de dignificar a quienes renuncian, y quizás esa sea la razón por la cual la gente continúa yendo a la iglesia y a las galerías de arte, lo que nuestro cerebro busca en estas experiencias es ser capturado, elevado, o cualquier modo de trascendencia.

Y creo que encontramos estas experiencias en al menos cuatro áreas: Religión, Sexo, Arte y Drogas, e intento colocarlas todas bajo el paraguas de la renuncia, y es interesante que si se mira a las diferentes culturas del mundo, estos sujetos son totalmente dignificados o son totalmente un tabú, en diferentes combinaciones según diferentes culturas, como por ejemplo en la India, se mezcla el sexo con la religión, otras mezclan droga y religión, pero no conozco ninguna que combine las cuatro, (si alguno la conoce que por favor me diga dónde), pero básicamente todas ellas son experimentos que intentan recordarnos que el talento, la habilidad que poseemos para controlar, debe ser equilibrada por la habilidad para renunciar, así, mi sensación del arte como hacer un jardín, es aceptar el rol de jardinero en igualdad de dignidad que el rol del arquitecto. Como en este fantástico pabellón

(El Pabellón Serpentine 2011[10] en Kensington Gardens fue diseñado por el arquitecto Peter Zumthor, en colaboración con el jardinero Piet Outdolf, quienes bajo el concepto de “hortus conclusus” construyeron una estructura de hormigón que encierra un jardín. Una arquitectura que crea un espacio íntimo para la permanencia reflexiva contemplando a la naturaleza y a las personas liberadas y desconectadas del ruido y movimiento exteriores)


Ideas próximas a las planteadas por Eno en esta conferencia y a lo largo de su trabajo, podemos encontrar en arquitectos como el suizo Bernard Tschumi, quien con su teoría del espacio-evento nos dice que “no hay que condicionar el diseño, sino diseñar las condiciones para que un evento suceda”, ideas que podemos ver aplicadas en su proyecto para el parque la Villete en Paris (1982).

O en el holandés N.John Habraken, quien en su libro “Soportes, una alternativa al alojamiento de masas” (1975), propone “separar conceptualmente en los edificios de vivienda lo que es inamovible, estructural y colectivo -los soportes- de todo aquello que permite la flexibilidad de la distribución interior y la participación de los usuarios”; y en “La estructura de lo ordinario. Forma y control en el entorno construido” nos dice que “al crecer y cambiar a través del tiempo, el entorno construido parece ser un organismo más que un artefacto”.

Y en Lima, en la mayoría de espacios de la ciudad popular, o en Conjuntos Habitacionales como Previ, que ha sido completamente trasformado por sus habitantes gracias a que las viviendas se plantearon como procesos abiertos y no como objetos acabados.

Controlar y renunciar. Arquitecto y jardinero. El arte como hacer un jardín. Lima como reto.