(texto leído el 21.09.12 en el CC Ccori Wasi de la URP *)
MOMENTO POLÍTICO Y ESPACIO
ARQUITECTÓNICO
Ciertamente
Los Bestiarios fue resultado de una serie de factores diversos. Como dice Elio
Martuccelli: “una situación dada en un momento determinado” [1].
Es
clave el momento político del país, del que creo ya se ha hablado. Yo sumaría a
ese factor otro que considero no menos importante, que es el del espacio
arquitectónico; y para explicarlo voy a permitirme trazar un paralelo con mi
experiencia personal como estudiante de arquitectura en los orígenes de lo que
hoy es CITIO, colectivo al que represento y por el cual estoy aquí sentado hoy.
Pensemos
en el momento político y en el espacio arquitectónico donde estudiaban Los
Bestias en la URP a mediados de los 80s: crisis generalizada, terrorismo,
guerra civil, una juventud que no creía en el futuro y estaba harta de todo; y
un edificio en construcción, rodeado de un pampón de tierra. Casi el paisaje de
una invasión.
El
que yo viví en la FAUA a fines de los 90s e inicios de siglo, fue el momento
histórico inmediatamente posterior: el proceso de “pacificación” de Fujimori
aniquiló todo tipo de organización estudiantil, el miedo a la represión imperaba
y el silencio se había impuesto, nadie se quejaba de nada, se instauraba el
modelo neoliberal, la cultura de lo espectacular y el inicio del boom de la
construcción prometía futuro trabajo para todos. Todo esto en un edificio
perfecto, calificado como la mejor infraestructura para facultad de arquitectura,
lleno de tradición, cargado de significados pre-establecidos. Mas allá de los
jardines y el muro perimétrico, la av. Túpac Amaru y una ciudad en ebullición.
¿Cuál
es la relación entre la arquitectura como materia construida y las situaciones
que en ella se generan? Veamos:
Los
Bestias tenían que gritar, construir su propio espacio y dotar de significados
el vacío. Lo hicieron con arquitectura, con montajes efímeros que me recuerdan
a la arquitectura de antes de la arquitectura, esa arquitectura primitiva de
los menhires y los caminos que buscaban significar los lugares que se empezaban
a habitar, como también lo hacían en ese entonces los nuevos limeños que con
esteras y banderas del Perú erigían símbolos de su conquista ciudadana en
proceso.
Nosotros
teníamos que empezar a decir cosas en un espacio ya construido, donde cada
rincón tenía un significado impuesto por 50 años de uso. Lo hicimos también con
arquitectura, con desmontajes conceptuales que eran como los eventos callejeros
de Lima en los que usos y espacios se cruzan y contaminan: conciertos en los
techos, conferencias en las escaleras, cine en los jardines y demás situaciones
en las que espacios y gentes se chocaban para re-significar el lugar del
habitar.
El
uso del espacio público y el juego con el programa arquitectónico conducen
hasta hoy nuestro trabajo, y no es casualidad que en los Bestias esa búsqueda o
reacción inicial, siendo estudiantes, haya estado presente hasta muchos años
después, o en su carrera completa en algunos casos. El vínculo entre arquitectura
y política es claro. Y la educación juega un papel importante en eso: la mayor
parte de la nuestra, como supongo la de ellos, estuvo en la acción fuera de las
aulas. No porque nos lo enseñaran, sino porque así sentíamos que tenía que ser.
ARQUITECTURA COMO ACCIÓN
Esto
me lleva a la segunda reflexión, que tiene que ver con lo que dice Hannah
Arendt en “Labor, Trabajo, Acción”, que algunos autores han releído en clave
arquitectónica. Tradicionalmente, contemplación y acción definen 2 tipos
distintos de vida. Pero en el caso del arquitecto esto se pone en debate: un
arquitecto es una persona que actúa de tanto contemplar, para mejorar o
transformar lo que contempla. Podríamos decir entonces que sin contemplación crítica y sin acción propositiva no puede existir arquitectura.
Pero
hoy, como en la mayor parte de la historia de nuestra ciudad, quienes
contemplan no actúan y quienes actúan no contemplan. Considero que solo Los
Bestias, y antes que ellos la Agrupación Espacio, con sus diferencias, han
sabido y han podido unir estos 2 tipos de vida en una sola.
Ambos
grupos son también, desde mi punto de vista, de los pocos (por no decir los
únicos) que llevaron a la arquitectura peruana al campo de la Acción. Si la
arquitectura empezó como labor (producción de bienes a consumir para la
supervivencia misma), y
luego pasó a ser un trabajo (creación de cosas a usar en un mundo sólido y
estable que nos brinda seguridad),
con lo cual surgen los arquitectos, al pasar a la acción (que tiene que ver con
el mundo colectivo, con el bien común, con lo público) estos asumen su rol
intelectual y suman al rol técnico el político, devolviendo la dimensión
artística y creativa pero con una sentido ético, con lo cual pueden tomar la
iniciativa para la transformación del mundo colectivo, de la vida entendida
como la vida entre los hombres.
Dentro
de esta lógica la arquitectura entendida solo como diseño se queda en el campo
del Trabajo, y como tal apuesta por su legitimación en el mercado y en los
medios de producción, alejándose de la acción para producir objetos que se
reproduzcan en las mismas lógicas del sistema imperante, osea, para que nada
cambie. En cambio la Acción, que nos libera de la labor productiva, del trabajo
para obtener resultados durables, de la funcionalidad de los bienes de consumo
y de la utilidad de los objetos de uso, produce esas historias (como las que
hoy estamos recordando) que son capaces de cambiar la Historia, porque la Acción,
dice Arendt, “es como un recordatorio siempre presente de que los hombres,
aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar algo nuevo”.
Hoy
¿hay en el Perú un montón de trabajo para los arquitectos? Si pues, miren que
por todos lados se construye. Pero hay poca acción. Miren lo que se construye y
cómo se construye. Por eso el actual éxito de la urbanización es el fracaso de
la ciudad. Es urgente comenzar algo nuevo.
NECESIDAD vs DESEO / PODER vs POTENCIA
Creo
que cuando hablaban de “liberar a la bestia que tenemos dentro” estaban
comenzando algo nuevo. Esa actitud alejada de la razón instrumental y mas
cercana a las pulsiones internas, refleja un alejamiento de la comprensión de la
arquitectura como necesidad y una aproximación a la arquitectura como DESEO.
Eso la reivindica y la potencia porque es afirmar que la arquitectura es
importante justamente porque no es necesaria, o mejor dicho, porque es siempre
algo que va más allá de lo necesario. Sino díganme ¿para que “necesitábamos”
las cosas que hacían Los Bestias? Realmente para Nada. Y ahí está su valor y su
novedad. Una arquitectura que no es necesaria (en el sentido funcional) renuncia
al poder, y renunciar al poder, que en nuestra sociedad está definido como
control, es quitarse la etiqueta de expertos para luchar contra el sistema
actual de construcción del hábitat, que tiene que ser criticado desde la acción.
Trabajando obras abiertas, participativas, con materiales reciclados,
construyéndolas uno mismo, usando la carga simbólica de la arquitectura, se logra
algo que parece difícil: renunciar al poder y a la vez incrementar la potencia
de las obras o las propuestas.
Esto
es una gran provocación: ¿Como renunciar al poder sin perder potencia? ¿Como
ser potente sin abusar del poder? Creo que la clave está en ser siempre un
principiante que comienza algo nuevo, y no un experto que repite lo que ya
sabe. No es casual que todo esto se haya dado cuando los personajes en cuestión
aún eran estudiantes.
Y ¿cómo están, qué hacen los estudiantes, o los arquitectos jóvenes hoy en el
Perú? Hace poco se realizó el evento "A35, Arquitectura joven del Perú", en el
que estuve presente como expositor, y para mi la situación es preocupante: La
gran mayoría de arquitectos jóvenes no están muy preocupados en ser
principiantes que inicien nuevos caminos, sino en volverse expertos lo más
rápido posible. Parecía una selección de jóvenes que quieren ser viejos ya. Buenas
obras, buenos proyectos, pero de resistencia y de acción, casi nada.
Así
volvemos al comienzo, a la universidad. ¿Qué podemos hacer desde la educación
para que el gesto de los Bestias no sea un hecho aislado que rememoremos
después de un vacío de 25 años? ¿Cómo podemos provocar a los principiantes para
que sean principiantes de nuevos caminos y no acepten la etiqueta de expertos
que usan ese poder para imponer un hábitat monótono y encerrado a los hombres.
¿Qué podemos hacer para que los jóvenes no pierdan la cualidad de provocar?
ARQUITECTURA COMO INCOMODIDAD
Enrique
Ciriani hizo hace poco un llamado de atención a los jóvenes. Dijo: “En un mundo
que no CREE no puede haber Arquitectura. En un mundo que no DESEA no puede
haber Arquitectura. En un mundo que no puede EMOCIONAR sino con efectos
especiales no puede haber Arquitectura. La Arquitectura es fundamental para que
la humanidad tenga sentido. La arquitectura es una cosa seria” [2]
Yo
añadiría que lo más serio que podemos hacer para lograr todo eso desde la
arquitectura es incomodar. Porque como lo dijeron Los Bestias con sus acciones
hace 25 años, la arquitectura no solo tiene que ver con el confort y las cosas
bonitas. Los Bestias incomodaron. Hicieron que la gente crea. Provocaron
deseos. Emocionaron. Entonces puedo finalizar diciendo que Los Bestias, con su
irreverencia, con su estética precaria y colorida, y con sus contradicciones,
son COSA SERIA. Ser Bestia seguirá siendo una provocación.
* Gracias a la invitación de Patricia Ciriani y Alfredo Marquez, responsables del evento
Las
Imágenes del trabajo de Los Bestias han sido extraídas del blog ControversiArte,
de Herbert Rodriguez
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