viernes, 31 de mayo de 2013

CHARLES CHAPLIN: el Vagabundo en la Ciudad

 “¿cuántos de nosotros
sabemos gozar del silencio,
esa gracia universal?”
Charles Chaplin
  

Una madre esquizofrénica. Un padre alcohólico, de los que un día simplemente se fueron. Así creció Chaplin, en medio de la pobreza urbana de Londres del cambio de siglo (XIX-XX). Las “penurias” del niño Chaplin tienen como escenario a la ciudad industrial, y luego, quizás como una manera de afrontar ese pasado, en sus películas se opone a ella, a la ciudad-máquina hecha solo para trabajar y dormir, jugando con una ciudad donde pasan cosas, donde hay vida en abundancia, y donde vagabundear para sobrevivir (ocupación oficial de su personaje) puede resultar una actividad, además de necesaria, placentera y hasta divertida.


Así, Chaplin construyó a su gran personaje: “Charlot”, este vagabundo ingenuo y sentimental vestido de gentleman que busca mejorar su vida sin lograrlo NUNCA… y en esa búsqueda, pues le pasan cosas (como no): situaciones deliciosamente diversas en las que nos hace reír con su toque tragicómico, critico y sutilmente conmovedor.

Tiempos modernos” comienza con su vida como un obrero en la fábrica, quien no soporta la presión de la rutina mecanizada en la que su función es ser una pieza mas de los engranajes del sistema de producción en serie. Se ha vuelto loco, dicen. “Recuperado de una depresión nerviosa, pero sin trabajo, sale del hospital para empezar una nueva vida”. En la calle. El azar, la cárcel, y de nuevo la calle.


Las escenas en el edificio del almacén son, en clave arquitectónica, deliciosas. ¡Cómo juega en cada uno de los espacios!  Y al fin una casa encontrada, su casa, que “claro que no es el Palacio de Buckingham”, pero es una casa con amor al fin y al cabo. Como dice Gastón Bachelard en “La Poética del Espacio”, “la casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz”. Charlot sueña con encontrar trabajo y salir adelante.


En “El Pibe” podemos verlo inventarse el trabajo de las formas mas creativas y amorales. Siempre un poco de hambre verdadero. Siempre un gesto de ternura. Siempre una sonrisa y un digno silencio.


Charlot es un ícono no solo del cine, sino de la historia. Por muchos años fue mentado como el personaje más conocido no solo del mundo del arte sino del mundo en general.  Y es que es un héroe de nuestros tiempos que expresa una realidad viviente: Detrás de ese esforzarse por vivir luchando contra todo, hasta contra si mismo (su propia torpeza, su propia ingenuidad), está la imagen de EL CONSTANTE FRACASO DEL DESTINO HUMANO, PERO VIVIDO CON UNA COMICIDAD HERÓICA. Vemos, entonces, que hay un trasfondo filosófico y social que configura un poderoso cine de crítica.


En paralelo con este personaje tierno y cómico del cine, está el Chaplin real, perseguido por el conservadurismo americano que, en la guerra fría, lo acusara de comunista, y hasta de pedófilo, inventando todo tipo de escándalos con tal de encarcelar a este espíritu libre. Sus ideas progresistas enfurecían a los puritanos, para quienes es incómodo que los espíritus libres permanezcan libres. Hollywood lo termina expulsando.


Exiliado en Suiza, se dedica a musicalizar sus películas mudas. A pesar de la arremetida del cine sonoro, Charlot nunca habló, pues Chaplin siempre defendió la belleza del silencio como su poderoso medio de expresión, su única forma de protesta ante el mundo que le tocó observar.


El cine de Chaplin nos enseña que en medio del estrés de la vida moderna siempre puede haber espacio para la aventura y la libertad. Que podemos crear ciudades no solo para producir dinero con eficiencia, sino también para vivir, para estar, para recorrer con libertad… para que sucedan cosas: CIUDADES PARA EL VAGABUNDO, en todo el buen sentido “chaplinesco” de la palabra.

Mural en FITECA 2008 (La Balanza, Comas)


* Es conveniente aclarar que con el témino vagabundo no me refiere a un simple vago que no trabaja, sino al “errabundo” situacionista o al “flaneur” literario, que se mueve por la ciudad con un sentido errático, a la deriva, ejerciendo la libertad del andar en el espacio.

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