Primera parte: Desayunando en una
cafetería de San Felipe
Arquitecto, lo
primero que me interesaba era… Entiendo que usted estudió becado, tanto en el
colegio como en la universidad, y que fue a través de gestiones de su madre…
Quisiera que nos hable un poco de su madre, de este hecho de estudiar con
becas, y cómo es que ella conseguía este tipo de hazañas.
Tenía una habilidad
especial para conseguir… Mi madre fue profesora de un instituto en Arequipa, el
instituto Arévalo. Fue maestra de educación inicial, con mucha intuición… no
creo que tuviera formación académica, pero tenía vocación de maestra, tanto que
nos enseñó a mí y a mi hermana, en la casa, a leer y a escribir, antes de ir a (traen
la comida: oye es enorme esto)
Pero el instituto Arévalo
cerró, me parece que quebró, no sé, algo sucedió, entonces mi madre tuvo que
buscar otra ocupación. Se presentó a la Singer, que buscada en Arequipa una
persona para atender, vender las máquinas y además enseñar a usar las máquinas…
pero mi madre no sabía. Fíjate la astucia de esta señora. Cuando se presenta a
la entrevista se vendó la mano.
¿Se dobló la mano?
¡Se vendó! Se puso
una venda en la mano, para que no le pidieran una demostración (risas). La
entrevista parece que fue interesante, buena, y la tomaron. Entonces ella
estudiaba en las noches lo que enseñaba al día siguiente. Se consiguió un
manual de la propia Singer. Estudiaba en las noches lo que enseñaba. Y así fue
que nos educó.
A mi me matriculó en
la escuela normal, que era una escuela fiscal, de aplicación, donde los
estudiantes de la universidad, ahí aprendían los profesores, practicaban en
nosotros.
¿O sea los que
estudiaban para profesores?
Los que estudiaban
para profesores daban su clase modelo con nosotros (risas)
Entonces ahí yo tomé
cierto interés en la enseñanza. Me imagino ¿no? Eso se acentuó después en Lima…
Cuando mi madre se viene a Lima, el viaje era por barco.
¿Por barco de
Arequipa a Lima?
Claro, no había
carretera. Te estoy hablando de 1933-34, el gobierno de Benavides. ¡Fue
sensacional ese viaje, una experiencia!
Que, ¿cuánto duraba?
Duró 3 días.
¿Y usted qué edad
tenía ahí?
Yo tenía 8 años, 7-8
años. Fíjate nomas, en Mollendo no había muelle (risas). El barco paraba 500
metros adentro y había que ir en lancha. Para tomar la lancha había que bajar
de una roca en una grúa. Nos bajaban a la lancha… ¡qué primitivo era esto!
¿O sea la grúa
bajaba a las personas de la roca a la lancha?
Si. Una silla muy
fuerte. Ahí se sentó mi madre, puso en sus rodillas a mi hermana, menor que yo,
un año un año y medio, y yo parado en uno de los travesaños, en el otro otra
persona, atrás otra persona, y la grúa recogía la silla y bajaba a la lancha, que
se movía pues con un oleaje así… entonces tenía que encontrar el momento
preciso (risas) en que el movimiento era para arriba y ahí
depositarnos…. Toda una aventura, ¡increíble caray!
Bueno ese viaje lo
hicimos porque mi madre vino acá a Lima un poco huyendo de Arequipa, a trabajar
como ama de llaves en la casa de un tío, trabajo que duró poco. Pero
curiosamente llegamos también, para la educación nuestra, a una Escuela Normal,
esta vez de la Universidad Católica, que también tenía esta Escuela de Aplicación.
Entonces ahí otra vez fue…o no. No. Estoy equivocándome. Llegamos al colegio La
Salle de Lima. Ahí es donde mi madre consiguió media beca, no se cómo, habló con
el director... Hice ahí el 3ero, el 4to d primaria. Terminado el 4to de
primaria, La Salle se muda a su local, que era nuevecito, a la avenida Arica,
ahí se muda La Salle y queda en ese mismo local, que queda muy cerca de la casa,
a 200 300 metros, ahí queda la Escuela de Aplicación de la Católica, en donde
hago el 5to de primaria. Era un Centro Escolar, # 416. Ahí no tuvo que hacer
ninguna gestión porque era del Estado.
Esta experiencia
termina en 5to de primaria, porque ya 1ero de media, los hermanos que eran los
mismos de La Salle, que regentaban esto, abren 1ero de media, ya pagando, pero
¡mucho más barato que La Salle pues!, porque era la continuación del centro
escolar. Ahí hago 1ero, 2do y 3ero de media.
Ósea una especia de
sucursal de La Salle
A muy bajo precio,
además seguramente mi madre lo consiguió con rebaja (risas).
El asunto es que
solamente va eso hasta 3er de media, no pueden seguir. En 3ero éramos 13
alumnos, me acuerdo… no siguió. Entonces mi madre contenta con la enseñanza de La
Salle, me lleva a La Salle de la avenida Arica, y ahí hago 4to y 5to de media.
Ahí fue, ahí fue… para que veas, la criollada de mi madre. El director… yo me
acuerdo clarito. Yo estaba aquí, al lado de mi madre, mi madre hablando con el
director, y le pide pues una beca, una rebaja, una media beca, y se resistía el
director… y mi madre mira sobre la cabeza del director, había un cuadro de San Juan
Bautista de La Salle (risas) con sus alumnos ahí abrazándose. Mi madre le
dice: Hermano, ¿cuánto le cobraría San Juan Bautista a estos chicos? (estallan
risas). Lo conmovió al hombre (más risas). Me dieron media beca
inmediatamente (mas risas)
¡Qué buena! ¿Y usted
siempre era un alumno aplicado y con eso pedían beca, o ud. sentía, por tener
beca, cierta obligación de ser aplicado?
No sé, las dos
cosas, seguramente las dos cosas. Pero sí sentí que era discriminado ah. Era
discriminado. Tanto que, al soltar esta media beca, el director me dio una
misión. Tenia que pararme a la entrada, no fuera sino dentro del colegio,
anotando a los que llegaran tarde
Ah ya le dio su
tareíta extra
Con lo cual me hice
pues de la antipatía sobre todo de los de 4to y 5to. Risas. Los hermanos Buse
me odiaban. Los hermanos Buse eran los tenistas, los famosos tenistas. Tito
Drago, el gran futbolista, y su hermano Pichirro. Siempre los anotaba a ellos. Tenía
que anotarlos pero los dejaba pasar porque además yo era hincha de ellos.
Entonces el cura rápidamente se dio cuenta que no valía la pena. Duró eso
quizás 2 o 3 meses. Me dio una misión además antipatiquísima para los muchachos.
¿Y qué relación ha
tenido ud. con su padre, arquitecto?
No conocí a mi
padre. Mi padre murió cuando yo tenía un año. No conoció a mi hermana, mi madre
quedó embarazada. Además, mi madre era madre soltera, no hubo matrimonio, y esa
fue una de las cosas que creo que hizo huir a mi madre de Arequipa, porque
había una sociedad muy cerrada. Incluso mi nacimiento no es en Arequipa mismo,
no es en la casa familiar, es en Paucarpata, donde una tía.
¿En Paucarpata? Yo
he vivido en Paucarpata cuando viví en Arequipa, en el año noventa, cuando
todavía era chacra alrededor, pero ahora está ya completamente urbanizado.
Después viene la
Escuela de Ingenieros, que era pagada. Carita era.
¿La Escuela de Ingenieros
de la UNI se pagaba siendo nacional, o es que la carrera era cara?
¿Se pagaba matrícula?
Se pagaba matricula
y se pagaba mensualidad. La gratuidad de la enseñanza fue mucho después. Ahí se
pagaba.
Ahí di un examen,
como dije en el grado, el examen mas duro de mi vida, ¡qué terrible examen de
ingreso! Estudié duro. Pero ingresé, puesto 16. Ingresaron 100. En el examen
¿de qué fue? de geometría, ahí me caí, ahí saqué 6. No, ¡trigonometría! Me
olvidé de la fórmula (risas), la suma de los términos de una serie, me
olvidé de la fórmula, ahora si me la se: lq-a/q-1 (risas)
Yo vuelvo a postular
y no ingreso…
Entonces después del
examen había también examen oral. Me tocó Héctor Velarde, me examinó. ¿Qué le
pasó en trigonometría? me dijo. Me olvidé de la fórmula, pero ya me la sé. Bueno,
y me aprobó, el asunto es que una vez que resulté aprobado, mi madre se fue a
hablar con Héctor Velarde, para que me recomiende y me den beca
Y me dieron beca.
Y le dieron beca.
A ver, vamos a ir
dando unos saltos, idas y vueltas en el tiempo.
Es sobre la famosa
caricatura que usted hace de “El Harterrorismo y el amor”.
Bueno, yo me
imagino, en El Comercio, siendo Hart Terre quien era, eso habrá sido un
escándalo. Ud. cuando hizo esa caricatura, ¿fue inocentemente que se dio ese
escándalo, o ud. sabía lo que iba a pasar al publicar esa caricatura?
Intuía. Sucede que
yo y Eduardo Neyra éramos los ayudantes de Cartucho en la edición de la página.
Todos los jueves a las 8.30 de la mañana yo estaba en El Comercio, en los
talleres ahí, con los linotipos, para apoyar a Cartucho, colaborando, haciendo
los dibujos. Eso era desde las 8.30 de la mañana hasta la 1.00. A la 1.00
entraba en prensa la edición.
Cartucho viajaba de
todas maneras una vez al año a Europa. Entonces en uno de sus viajes, él nos
deja a Neyra y a mí, en uno de sus viajes fue que aprovechamos.
Ah ya ¿fue sin
consentimiento de Cartucho?
Sin consentimiento.
Cartucho no estaba. (risas) Estaba en Europa gozando de París. Y con Neyra,
a mí se me ocurrió la caricatura, era una crítica en realidad a la Plaza de Armas,
a la ventana ciega, y se me ocurrió ver ahí a Romeo que se equivocaba de
ventana. Nos reímos mucho con Neyra. La ponemos o no la ponemos, la ponemos o
no la ponemos. Dudamos mucho (risas) Hasta que… ¡la ponemos! También…
Hart Terré nos había maltratado. Cuando sale la Agrupación Espacio, nos acusó
de querer figurar. Jóvenes arquitectos… “joven y festivo dibujante” me llamaba
a mí. Entonces no nos queríamos mucho.
¿El era profesor
también?
No, no era profesor
porque, no sé por qué razón, se odiaba con Marquina. Hart Terré era un
investigador, se metía a las parroquias, se robaba documentos, y eso no le
gustaba a Marquina (risas) arrancaba páginas…
¿Y cuál fue la reacción
en general del status quo de la arquitectura ante ese hecho?
El Comercio dejó de
publicar la página.
Ah ahí se cerró…
Como un mes no se
publicó. Claro, Cartucho tuvo que hacer toda una gestión con su padre, y jurar
que no nos iba a dejar nunca solos (risas).
“Nunca más me voy a París”.
Lo terrible fue, en
el siguiente almuerzo, la sociedad de arquitectos, éramos pues 70 mimebros a lo
mucho, éramos poquitos, almorzábamos mensualmente en La Cabaña, eran las
asambleas…
¿En la Cabañita del Parque
de la Reserva?
Claro, en el
almuerzo siguiente o un poco más adelante de la caricatura, Morales Maquiavelo
que era un desgraciado, me jala y me dice ven, ven, ven… ¡el arquitecto Hart
Terré! Me puso frente a él ¡caray! Yo no supe qué hacer. No me acuerdo como
terminó eso, pero fue bochornoso.
¿Y eso considera
usted que le generó problemas, a nivel profesional?
No, más que eso no.
La gente se reía. Después de todo era una broma ¿no?. Un poco fuerte…
El otro tema que me
interesa es sobre los viajes…
SEGUNDA PARTE
La conversación
fluye, amena, mientras desayunamos pan con chicharrón.
Hasta aquí hemos
hablado de su infancia, su madre, sus estudios, y sus primeras travesuras con
la Agrupación Espacio (ver primera parte de esta entrevista). Continuamos hasta
terminar de comer, avanzando lento, y nos quedamos un rato más. Luego, para la
tercera parte, iríamos a su departamento en Los Cipreses.
Segunda parte: Continúa el
desayuno en la cafetería.
El otro tema que me
interesa es sobre los viajes… Hay el famoso viaje a
Cusco, está documentado, se ha hablado mucho de la carta que escriben, etc. Pero
usted me ha contado otra vez sobre su viaje a Europa, que creo que no muchos lo
conocen. Este viaje que Belaunde creo le consiguió una beca para ir a estudiar
la vivienda moderna, y me ha contado que vendió su Volkswagen y se compró allá
otro, y que después se fue a pasear con Ciriani, que dormía en el auto, que
dejó a su familia acá… ¿Puede contar un poco sobre ese viaje, y sobre los
viajes en general en su vida?
Bueno, sobre ese
viaje primero ¿ya?
Primero, Belaúnde no
me consiguió ninguna beca. La beca me la consiguió mi mujer (risas). Una
conspiración a mis espaldas de Rosalía de Matos y Matos. Ellos habían estado ya
en Europa, entonces consideraban que yo tenía que ir, y me consiguieron la beca
del gobierno francés. Ellos la consiguieron. Yo me encontré con que ya estaba
la beca. ¡Bestial! A comunicar a la facultad…
¿En qué estaba
trabajando usted en ese entonces?
En la oficina.
Huancavelica 470 oficina 409 (risas).
Lo que hace
Belaúnde, muy generoso, es darme año sabático. Eso, eso me… sino no podía ir.
Entonces Wagner, que era el secretario, cobraba mi sueldo y se lo llevaba a mi
hermana, que quedó a cargo de mis hijas. ¡Dejé a 5 hijas! ¡1 año!
¡5 hijas!
Qué tal atrevimiento
era, realmente. ¡5 hijas!, durante 1 año, exactamente 1 año, de noviembre a
noviembre. Se quedaron con mi hermana.
Quedaron con su
hermana porque usted se fue con su mujer.
Yo me fui con mi
mujer.
Y se quedaron las 5
hijas con su hermana. ¿Con Carmen?
No, no, mi hermana
Beatriz. Carmen es una hermana muy posterior. Quince años después.
Y entonces yo ya
tenía mi carrito acá, lo vendí para el viaje, y me compré otro allá con la
misma plata. No era Volkswagen, sino Peugeot. Estaba en la puerta del hotel,
nos alojamos en un hotel, el hotel Bety, en donde estaba Vargas Llosa.
Perdón, en Paris.
En París. Fui
recomendado por Oquendo, que era mi amigo y amigo de Vargas Llosa, me mandó al
hotel donde estaba Vargas Llosa, ahí nos alojamos. Y mi Peugeot en la puerta
del hotel, porque no era necesario en la ciudad, el metro era extraordinario.
Era para los domingos, salir a los alrededores, y después cuando terminó la
beca para darme la vuelta a toda España y a todo Italia, durmiendo en
campamentos, o sea sin pagar hotel ¿no?, porque era mucho más barato, se pagaba
nomas una miseria, dormíamos en el carro.
Que son espacios de
camping preparados para que la gente venga a dormir ahí en el carro.
Preparados, con sus
servicios higiénicos, estupendo.
Y ahí terminó de
conocer…
Ahí conocí
prácticamente toda España y toda Italia, hasta Roma, no llegamos a Nápoles.
Y en ese viaje se
encontró también con Ciriani.
En ese viaje no me
encontré con Ciriani ah.
Me contó una vez que
se encontró en alguna oportunidad con Ciriani y que lo llevó en su carro a ver
todas las obras de Le Corbusier.
Eso fue en otro
viaje, eso fue en un viaje ya del Colegio, cuando fui a un evento que se
produjo en París, de la Unión Internacional de Arquitectos. Ahí me encontré con
Ciriani, en el 65. Este viaje fue en el 60, el viaje de la beca. Ahí me
encontré con Miguel Llona y con Oswaldo Núñez, que estaban allá.
Hermoso viaje. Fue
en realidad nuestra luna de miel, un año los dos solos ahí. Y con la
comunicación tan difícil que era en ese entonces, eran cartas q se demoraban 4-5
días. El teléfono era carísimo.
Bueno, usted con 93
años acaba de regresar de un viaje a La Plata. La importancia en su vida de los
viajes, o en general, ¿cuán importante es viajar, no? Conocer otras ciudades…
Claro. Ese fue el
gran viaje. Porque el otro fue a Cusco, el viaje ya como estudiantes ¿no?, que
fuimos a Cusco, primero a Cajamarca en 3er año, y luego a Cusco en 4to año,
pagado por la Escuela, pagado por la Escuela.
Y ahora que reparo,
los viajes gratis ah, todos han sido gratis. Este también ha sido gratis, ¡todo
pagado! Este de Buenos Aires, ¡todo pagado!, con esposa.
Ah ahora ha ido con
su esposa.
Si, sino yo no puedo
viajar, me da miedo viajar solo.
Y tengo entendido
que usted ya trabajando con Matos Mar hizo muchos viajes al interior del país.
Un viaje.
Un viaje.
Un viaje crucial
también, el viaje a Huarochirí. Una semana en Huarochirí, durmiendo en el suelo
en un colegio. En equipo, un equipo polivalente. Con un pintor, Joan Pereira,
con filósofos, Augusto Salazar Bondy y su mujer.
“Un filósofo”…
Salazar Bondy
(risas)
Quién más… el doctor
Neyra, que se vacunó a toda la comunidad de Huarochirí. Fuimos 8 días, lindo
viaje, que nos transformó. Ahí, de la Agrupación Espacio, ahí pasamos al social
progresismo.
Ajá, ese viaje fue
decisivo para el cambio.
Ese viaje. Crucial.
Porque viajó también un economista, ¿cómo se llamaba? caracho, ya me olvidé.
Vimos los problemas. Yo las casas, vi cómo vivía la gente, dibujé mucho. Con
Proaño, Guillermo Proaño, Eduardo Neyra, el dr. Neyra que vio el problema de la
salud, el pintor Joao Pereira se hizo un lindo mural con los alumnos en la
escuela… hicimos tareas ahí, no planeadas ah, salieron. Fiestas Patrias, en las
vacaciones de Fiestas Patrias.
Esos son los viajes
que te cambian.
Su relación con
Matos Mar. Usted además le ha hecho su casa, y su esposa, Rosalía, que hasta
ahora trabaja con ella porque es creo la que le revisa la corrección de estilo de
sus libros ¿no?
Si si si, esta tarde
voy (risas)
¿Cómo es esa
relación?, porque ustedes han hecho el Informe de la Vivienda… esta relación de
usted con Matos, por un lado, pensando en los problemas del país, y por otro
lado haciéndole su casa. Ese cambio de escala… ¿cómo es trabajar pensando en el
Perú por un lado y por otro lado pensando en la vivienda de este personaje?
Bueno, con Matos, no
recuerdo bien cómo se inicia la relación. Pero sí que él se acerca a la
Agrupación Espacio. En la Agrupación Espacio es que conocemos a Matos, y ahí es
donde Matos nos habla de las comunidades indígenas, que para nosotros era
absolutamente desconocido. Él nos habla de “el otro Perú”, “el otro Perú”, “tienen
que conocer el otro Perú”, y de ahí es que armamos el viaje a Huarochirí
después.
Ahí conocimos a
Matos, se van ellos a Europa, regresan y son contratados en Venezuela, y tienen
ahí una estadía de 2-3 años, la pareja, y Matos trabajaba en una, no sé bien
para qué institución… el asunto es que gana plata ahí, y ahorra. Se vienen acá,
se arma mi viaje, yo me voy el año 60, regreso el 61, y al regresar, en barco
también, en el Reina del Mar, paramos en Caracas, y ahí retomo la relación y me
dicen: “estamos ahorrando, cuando lleguemos el próximo año, nos haces una casa”.
Estando allá le
habían avisado ya.
Se planeó ahí.
Entonces cuando llegan, les hago la casa pues (risas) 61-62, de esa época es la
casa. 62 más o menos, Tengo todos los planos oye. ¡Planeada al detalle ah! Tú
las has visto pues.
¡Si claro! ¿Y cómo
ha sido esta casa? O sea, un año antes ya sabían que se iba a hacer y todo,
pero después usted me ha comentado que fue una casa que se tuvo que ejecutar
muy rápido ¿no? Me comentó que la idea del diseño, que era una estructura
gruesa que estaba llena de muebles que se podían hacer muy rápido, tenía que
ver algo con el tiempo de ejecución.
Si si si si. Bueno
se hizo muy rápido porque estaban con la plata ahí, habían traído su dinero de
Caracas, en esa época pues era un país rico ¿no?
Cuando usted ha sido
decano de la facultad, se hizo el Taller de Asistencia Técnica, se hizo el Estudio
de los Colegios creo ¿no? El levantamiento de colegios…
El Estudio de los Colegios,
pero eso no fue cuando fui decano, eso fue bastante antes, eso fue cuando
Belaúnde gana la elección del 63, ¡del 63!
Y eso lo hace usted
como profesor.
Claro, claro, eso lo
dirijo como profesor. Lo dirijo porque yo era el secretario de estudios, y Belaúnde
apenas gana la elección, antes de tomar el poder, fue a la facultad a plantear
el problema: “Yo quiero dedicarme a mejorar las escuelas en mi gobierno, así
que quiero saber su estado, su situación. Entonces, propongo que la facultad
haga un estudio de la situación de las escuelas. Lo que sí, quiero rápido, 6
meses, los 6 primeros meses”. Belaúnde era así, apasionado. Entonces, toma el
poder, y dio plata. No sé de dónde sacaría plata, y le dio a la facultad para
que arme la investigación.
Entonces Agurto, que
era el decano, me sopló la pluma pues (risas). Yo era secretario de estudios y tenía
a mi cargo un equipo de profesores. Ahí estaba Llona, estaba García Bryce,
estaba Perez León, Pimentel. Había un buen equipito ahí de profesores que se
encargaban de atender a los alumnos para los problemas de investigación, una
especie de tutores. La secretaría de estudios… la cafetería de estudios… (ríe)…
ahí hay una anécdota.
Richard Wagner,
secretario de Belaúnde, secretario eterno además de la facultad, era muy
formalista. Le disgustaba que nosotros, los profesores de la secretaria de
estudios, fuéramos a conversar con los alumnos en la cafetería, que era más
bien una manera de entrar en confianza pues ¿no? Entonces alguien preguntó por
mí creo, y Wagner: “debe estar en la cafetería de estudios”. (risas)
¿Nos puede hablar un
poquito más de Belaúnde? Porque todos conocemos pues al personaje público
Belaúnde ¿no?, pero usted ha conocido también a Belaúnde como persona, a través
de su función política, como arquitecto... ¿qué opinión tiene usted sobre Belaúnde
en estos diferentes aspectos?
Bueno, yo tengo una
opinión sobre Belaúnde, y una relación con Belaúnde, que desconocen sus
partidarios. Sus partidarios no me quieren, no me quieren.
Sus correligionarios…
Sus
correligionarios. No me quieren porque… yo también era un poco fregado pues,
reconozco (risas).
Bueno, yo tenía con
Belaúnde algunos encontrones, porque Belaúnde era muy considerado, muy político
siempre, muy político. Fíjate una anécdota, que la he contado varias veces. Con
Unger. Estábamos de jurado Belaúnde, yo, Bianco y Morales Maquiavelo,
entrevistando a los alumnos que ya terminaban, se graduaban, poniéndoles su
nota final a los alumnos de 5to año. De repente yo, como secretario de
estudios, yo tenía toda la documentación. Entonces iba viendo quién venía,
fulano de tal, su historia académica… Se presenta Unger, Tomás Unger
¿El científico?
El científico, el
arquitecto científico. Yo le digo a Belaúnde, que era el presidente del jurado
pues, no podemos entrevistar a Unger le digo, ¡debe un curso! “¿Qué curso?” ¡Física!
(risas) No puede dar este examen. “No hombre” dice “¿cómo no va a poder?” Está
desaprobado. “Si, pero el examen sustitutorio es dentro de una semana”. Si,
pero todavía no ha sido pues. “No, pero lo va a aprobar seguramente”. ¿Y si no
lo aprueba? “¡Pero no sea usted así Córdova!”
El problema era que
a la semana siguiente era la fiesta de los graduados, con los padres de los
graduados, y el padre de Unger era decano de…
¿De ciencias?
No de ciencias, sino
de mecánica. “¿Qué va a decir su padre?”. Lo siento pues don Fernando, pero no
puede dar este examen, me opongo. Levantamos la sesión, ya era las 12, 12-12.30,
en la tarde nos reunimos de nuevo. “Por favor acompáñeme a mi oficina”. A
tratar de convencerme que deje de ser tan formalista. Bueno, le dije, don
Fernando, le doy una solución. Usted me ha nombrado en este jurado.
Desnómbreme, nombre a otro. “No, cómo voy a hacer eso, sería ofenderlo a usted.
Pero por favor, sea usted. consecuente, cómo va a ser, este muchacho es
inteligente, no lo van a desaprobar”. ¡No tiene nota! Finalmente le dije: mire
don Fernando, yo no quiero hacerle problemas a usted, a la tarde me voy a
enfermar, de hecho, ya me está doliendo la cabeza. Así que me voy a mi casa. Y
me fui a mi casa, y lo aprobaron pues.
Ah lo aprobaron al
final.
Ese era Belaúnde. Y
ese era yo también (risas)
¿Y como presidente qué
opinión tiene?
Ah bueno, pero también
tenía pues ese tipo de cosas. Primero como decano reelecto, poco después de
eso, había elecciones, ya Belaúnde había sido, reemplazando a Marquina, había repetido
el plato, era la tercera vez que se presentaba, creo que a decano. Ya había
sucedido la transformación en la universidad, me parece, no estoy muy seguro,
pero el asunto es que se iba a votación de nuevo. Yo, pensaba que era demasiado
un tercer o cuarto periodo de Belaúnde. Además, Belaúnde no había hecho ninguna
transformación especial en la enseñanza, y con Cartucho habíamos hablado de que
estaba cojeando el área técnica, y que entonces podíamos pensar en otro
candidato del área técnica, y nuestro candidato fue Morales Maquiavelo,
constructor, que enseñaba construcción, y excelente profesor. Entonces
auspiciamos la candidatura de Morales.
El día de la
elección, Belaúnde, que sabía de esto, en lugar de citar en un aula, que era
siempre en la primera aula, bajando la escalerita la primera aula, ahí se reunía
el consejo de facultad, claro éramos 18-19, mas 6 alumnos, el aula era
suficiente. Pero Belaúnde convocó en el auditorio, e invitó a los alumnos. Ya
el político pues no. ¡El público! A las 10 de la mañana era la citación, a las
10 y media no invitaban a pasar, estábamos en el hall ese de las columnas,
esperando, conversando, qué sucede, no invitaban y no invitaban, en eso
aparece, llega en auto Ortiz de Zevallos con Dorich.
Luis…
Luis Ortiz de
Zevallos. Entran presurosos al decanato, que estaba ahí mismo pues ¿no?, y
entonces… han estado esperando estos, para tener más votos. Esa fue nuestra
deducción. Y efectivamente había sido así. Resulta que Dorich había estado en
Arequipa y recién llegaba, y Ortiz de Zevallos fue a recogerlo al aeropuerto.
Pero tampoco se producía la sesión, entonces, en una de esas, sale Wagner y
llama a Morales, nuestro candidato. “El arquitecto Belaúnde, el decano, lo
necesita”. Entró Morales, un cuarto de hora de conversación ¿Qué pasa? Y sale.
Se viene donde mí, donde Cartucho, que éramos los auspiciadores principales… “Retiro
mi candidatura”.
¿Qué?
¿Qué pasa? “Fernando
me ha convencido” (risas). “Fernando me ha convencido. Yo les aseguro que
Fernando va a ser presidente de la república. Si, va a candidatear, y me ha
pedido que lo apoye, y necesita el cargo de decano. Y yo lo voy a apoyar”.
¡Qué loco!
Así fue. (risas)
Lo miro a Cartucho y
le digo, ¿un profesor nuestro presidente de la república? ¡Vamos a apoyarlo también!
Pasamos la voz, pasamos la voz. A juntar por Belaúnde pues.
Y ahí todos con Belaúnde
ya.
Todos con Belaúnde.
Pero no todos ah. Aquí van mis discrepancias con López Soria, porque no están
en las actas estas cosas. A votar, al auditórium, alumnos ahí, ya estaba los
alumnos, preparaditos, ya los habían conversado. Oye, empiezan los votos. La
pizarra, Wagner, muy belaundista, iba anotando: Belaúnde, Belaúnde, Belaúnde, en
blanco, en blanco, Belaúnde, Belaúnde, en blanco, Belaúnde, en blanco … general
Marín. ¡Un voto por el general Marín! Todos me miraron (silencio) ¡Me miraron!
Ah, ¡lo miraron a
usted!
(estallan risas)
¡A mí! ¡Yo había
votado por Belaúnde! (más risas)
Bueno, 18 votos por
Belaúnde, 3 o 4 en blanco, y 1 por el general Marín. El general Marín era el
profesor de Defensa Nacional, era el último curso de Instrucción Militar, un
excelente profesor ah, muy inteligente… Oye, pero cuando dijeron general Marín,
la gran carcajada de todos.
Qué, broma de
Córdova decían todos…
(risas)
El voto de Córdova,
un chiste de Córdova (risas). Además, para fregar a Belaúnde, porque no lo
quiere. Oye, eso, hasta ahora, los belaundistas creen que fue mi culpa (risas).
Eso fue un viernes. El lunes voy a la oficina, Huancavelica 470. A la media
hora cae Mario Bianco, y me dice: “Estoy resentido contigo”. Por qué le digo. “No
me has felicitado”. Por qué. “Por mi voto pues”.
(Estallan risas)
¿Tu votaste por el
general Marín? “Yo voté por el general Marín, sí. Estaba tan tenso el ambiente
que me pareció que había que romper con un chiste” (risas)
¡Qué buena, qué
crack!
Mario Bianco votó
por el general Marín para hacer una broma y romper la tensión. Al poco tiempo
Mario Bianco fue condecorado con la Orden del Sol por Belaúnde (risas)
¿Pero Belaúnde supo
de ese voto?
(mueve la cabeza,
negando)
¡Qué buena! ¡Qué
gracioso!
¿Pedimos la cuentita
y seguimos después?
(Se sigue riendo)
Eso no lo he contado ah, me he acordado…
TERCERA PARTE
Hemos terminado de
desayunar y pedimos la cuenta. El arquitecto quiere poner para la “chanchita”
pero no aceptamos, que el trato era que lo invitábamos. En la primera parte la
conversación giró alrededor de su infancia y sus estudios. En la segunda nos
contó muchas anécdotas de su vida profesional al lado de grandes personajes.
Ahora continuamos en su departamento, con temas puntuales que tengo anotados en
mi libretita, donde llevo el planteamiento de la entrevista que fui armando
hace un tiempo, borrador sobre borrador. Vendrá una cuarta y última parte con
algunas preguntas más y las reflexiones que me dejaron estas poco mas de 3
horas de reunión, de las cuales grabamos 2 horas de audio.
Complemento de la
segunda parte:
Antes de irnos de la cafetería.
AC: Un día en la
sala de profesores entra Belaúnde, después de sus giras, él hacia sus giras los
domingos, ¿cómo le ha ido ahí en la gira? le pregunto. “¡Ah muy bien!” me dice.
“Oy, pero me sorprendió una cosa, felizmente que no había autoridades”. “En los
discursos de calentamiento intervino...” ¿cómo se llama el escritor este, el de
Redoble por Rancas? Este hombre de izquierda (se refiere a Manuel Scorza).
“En su discurso de calentamiento este fulano me ha hecho quedar mal”, me dice, “¿cómo
es posible, usted que es amigo dígale por favor…”
“Este hombre en su
discurso, todo violento, y muy entusiasta pero, me ha hecho quedar mal caracho.
Felizmente que no había autoridades”. ¿Qué cosa dijo? “Dijo: los tres poderes
del Estado en el Perú, son: el ejército, la marina y la aviación” (risas). “Imagínese,
como es posible. Dígale usted por favor que en otra ocasión no haga pues estas
afirmaciones así, demagógicas”.
Y efectivamente yo
lo encuentro a los pocos días a este hombre y le digo, mira lo que me dice Belaúnde
caray, lo has asustado, no lo asustes así pues. ¿Cómo dices eso?. “¿Qué cosa?” Que
dices que los tres poderes del estado son el ejército, la marina y la aviación.
“Si pues, voy a corregir, tienes razón, voy a corregir, porque no, no, los tres
poderes no son… la marina y la aviación no cuentan. Los tres poderes del estado
son: infantería, caballería y artillería” (risas). ¡Peor pues! le digo.
JV: Peor!
Ay Caray
Intermedio: Caminando por San
Felipe
Pagamos y nos vamos
caminando. La verdad es que no me acuerdo lo que hablamos en el camino, pero
por las fotos veo que íbamos entretenidos. Me parece que le iba contando que yo
estudié en el colegio San Felipe y que me conocía “la resi” muy bien, que tenía
amigos ahí, y que alguna vez viví en el Ágora (como se conoce al conjunto de edificios
diseñados por Ciriani) en un sétimo piso con mis abuelos. Y él me explicaba que
lo bueno que tiene San Felipe es la vida al ras del suelo, la calle que logró
generar: los primeros pisos abiertos y dinámicos con jardines, los comercios,
la peluquería, las cafeterías, los nidos. Que la clave de todo está ahí. Y yo
recuerdo los escondites, trepándome a un árbol, el misterio de las calles
elevadas, las salchipapas, las reuniones en las escaleritas…
El siguiente audio
empieza con risas de don Adolfo. Seguro acababa de contarnos algo gracioso
mientras revisábamos su biblioteca. En realidad, sus libros que están por todas
partes. Siempre hay muchos en su mesa de centro. Y cuando vamos a visitarlo, lo
normal es que comencemos comentando sobre algún libro que queda a la vista.
AC: ¿Tu querías el
libro de Eupalinos dices, ¿no?
JV: Si, a ver si lo
tiene a la mano.
A ver si tengo a la
mano.
(se corta el
audio)
Había uno muy
bonito. Instrucciones para subir una escalera.
Ah sí, me lo pasó
una vez.
De Cortázar.
Si
No lo encuentro
caray. No me acuerdo en cuál era. Tengo que revisármelos todos.
Tercera parte: En la sala de su departamento
JV: A ver, seguimos.
Esta es sobre los estudiantes. La Agrupación Espacio usted la hace siendo
estudiante. Después, entiendo que usted forma el primer Centro de Estudiantes
de Arquitectura que hay en el Perú.
AC: Si.
Cuando ha sido
decano, el Taller de Asistencia Técnica tenía también un enfoque para los
estudiantes. Entonces, quisiera saber esa preocupación que tiene usted por el
rol del estudiante, más que del arquitecto quizás, el rol del estudiante. Para
usted ¿cuál ha sido y cuál es ahora el rol del estudiante de arquitectura para
con su facultad y para con el país?
Bueno, pero eso no
depende tanto del estudiante como de la facultad misma ¿no? Que la enseñanza tenga
un enfoque mirando al país. Y en ese sentido pues es que se creó el Taller de
Asistencia Técnica, en ese sentido se hace el Estudio de la Encuesta Escolar,
en ese sentido se hacen los Estudios de Vivienda Rural por ejemplo. La
promoción 60 y 61 hace estudios de vivienda rural, por iniciativa de la
secretaría de estudios, que logró, por ejemplo, que gente como Cooper se fuera
al campo, a ver cómo vivía la gente. Y ahí se hacen estudios muy lindos. El que
más me impresionó de esos estudios de vivienda rural fue uno que hizo Marussi.
Ferruccio Marussi, profesor en la universidad Ricardo Palma. Hace poco,
relativamente poco, bueno digamos 6-8 años, o 10, que hace un libro sobre la
vivienda en la selva, que no es sino el recuerdo de lo que hizo en la facultad
en los años 60. Lindo librito ah, “Las Malocas” se llama.
Ahora, eso por un
lado institucional digamos ¿no? Que la facultad puede promover a través de
investigaciones, de estudios, la participación de los alumnos en la realidad
nacional.
Claro
Pero por otro lado
hay también una actitud del estudiante, como cuando fue la Agrupación Espacio,
que quizás usted ha buscado promover, una actitud de conciencia crítica, o de hasta
cierto punto rebeldía, de juventud.
Si, si.
¿Cómo puede
promoverse o encenderse un poco esa conciencia crítica en los alumnos?
O sea, usted lo ha
intentado tratando que la facultad haga que los alumnos tengan contacto directo
con la realidad, que la puedan ver directamente.
Por iniciativa
digamos de arriba.
Claro. Pero en el
caso de Espacio esa conciencia crítica no ha venido de arriba, de la facultad
misma, ha sido una cosa que ha venido más bien de los alumnos.
Claro, claro, claro.
Entonces usted,
siendo decano por ejemplo, ¿cómo intentaba promover que no sea solo la facultad
formando, invitando, sino también que surja esa conciencia crítica en los alumnos?
Bueno, cuando yo era
decano existía esa conciencia crítica en los alumnos. Existía. Tanto que yo
tuve que frenar un poco (ríe) porque me rebasaban pues también.
Cuando usted era
decano Figari era del Centro de Estudiantes ¿no? Que era bravísimo…
Figari era
bravísimo. Y ahí tenía yo a Wagner todavía de secretario. No no, ya tenía a Américo
Migone. Yo reemplacé a Wagner por Américo Migone que me resultó peor, en cuanto
a formalista, en cuanto a respetuoso de la norma. Por ejemplo, los alumnos, con
Figari, con Eliseo Guzmán, y con el caricaturista…
Carlín, Carlos
Tovar.
Carlín. Habían pintado
al Che Guevara. En el patio, la figura más importante en el Centro de Estudiantes,
el Che Guevara inmenso (risas). Esa linda figura que hay del Che Guevara en
blanco y negro.
Si si, la foto
clásica.
Es clásica. Pero que
Carlín le puso tres colores. Los tres colores básicos: el rojo, el azul y el
amarillo. Oye, ¡qué bien puesto así estaba!
Bueno Américo Migone,
mi secretario, un sábado por la mañana. ¡Fuich! Lo pintó de blanco todo.
¡Ah si! (risas)
Pucha … los alumnos
por supuesto protestaron, yo también, le dije ¿qué has hecho?, ¿cómo es posible?
“No, política aquí en la facultad, no puede ser”. Anda mira las otras
facultades le digo, están todas pintarrajeadas de letreros. Al contrario, en
nuestra facultad han hecho una cosa linda. A los alumnos que vinieron a
protestar, tienen razón les dije, háganlo de nuevo.
Lo hicieron de nuevo
por que además era lo único, no había ninguna pinta, ninguna frase en las paredes,
nada. En las otras sí, pintas así sucias, desordenadas. Fue una época muy
política dentro de la UNI pues, pero nuestra facultad, perfecta, limpiecita,
con su Che Guevara (risas). Y Figari pues… les prohibió, no les dio el
auditorio, hicieron asamblea general. En
ese momento, cuando estaba la asamblea en el patio, me llama por teléfono mi
hija Eliana (Nani), que había ingresado a la Ricardo Palma, que funcionaba en
un chalet me acuerdo. Me llama por teléfono y me dice, “papá, los alumnos
acabamos de tomar la facultad” (risas). “¿Qué hago?” Cómo qué hago, le digo, yo
estoy acá en problemas y tú me traes otros. Vete a la casa, le digo. Yo estaba…
con Figari que me hacía… (risas) Ay ay… Fue
una época bien brava. Él tenía además a su novia pues, la… ¿cómo se llamaba?
¿La novia de Figari?
Ah eso si no se ah.
Que era alumna
también… ¡Armida! Armida Testino. Y los dos eran delegados en el Tercio. Un día
estábamos en sesión del comité ejecutivo en mi oficina del decanato. García
Bryce, ¿quién más?, creo que Cartucho, yo como decano, y los dos alumnos,
Armida y Figari, la pareja. Estábamos en sesión, no sé qué discutíamos, qué
problemas, el asunto es que Armida se indignó, no quiso, no estaba de acuerdo
con lo que discutíamos, se fue. Abandonó la sesión, indignada. Figari se quedó.
Pero al poco rato también se indignó (risas). Entonces también abandonó la
sesión. Y la reflexión de García Bryce: “Figari pues, a nosotros, tiene que
preferir a la Lucha Armida” (risas). ¡La Lucha Armida! (más risas). Tenía unas…
un humorista así… británico.
Y hoy en día, bueno,
usted sigue todavía en contacto con los alumnos. ¿Cómo ve a nivel general en
arquitectura la situación de los alumnos en cuanto a esta consciencia crítica
de la que hablamos?
Bueno se adormeció
mucho tiempo ¿no? Ahora me parece que hay una inquietud que reaparece. Pero
creo. No estoy muy cerca de la facultad pues, he estado más bien en el posgrado,
donde la cosa es más tranquila, menos política, más profesional pues ¿no?
Claro, lo curioso es
que ahora hay… UDEAL, todos estos grupos que están organizando las marchas,
pero son todas iniciativas que no han sido promovidas institucionalmente, desde
las facultades, sino que han surgido por fuera, en las redes.
Por fuera si, si.
Y la universidad
está tardándose mucho en entender este potencial y en reflexionar sobre esto.
Incluso hay muchas facultades que prohíben a los chicos ir a las marchas.
Pero no la nuestra
no ¿no?
No no, la nuestra
no, pero tampoco es que se promueva mucho esto.
¿Qué pena no?
Si. Ahora, para
continuar con esta idea del estudiante. A mí me causa impresión la cantidad de
persona que se refieren a usted como maestro, como El Maestro. Incluso, una vez
se acuerda que yo le escribí un correo en que le decía que cómo me hubiera
gustado ser su amigo en esos tiempos, ir a las discusiones, etc., pero que
hora, ya bueno, que usted es mi maestro y tal, y usted me contesto “nada que
maestro, somos ante todo patas”. Dejando claro siempre de su parte una idea de
horizontalidad.
Claro claro,
buscando un trato horizontal.
Después me ha
contado, hace poco también, una anécdota de Inés Claux cuando era estudiante
suya, que en un día del maestro, que yo le escribí también por el día del
maestro, una anécdota, no sé si en una clase le regaló una manzana e hizo un
discurso…
Si si.
Entonces quisiera
que nos hable un poco sobre cuál es esa mirada que tiene usted de la relación
maestro-alumno. Porque me parece que usted ha logrado esa horizontalidad, pero
sin dejar que la gente lo vea como un maestro. Es usted un maestro al que la
gente no mira hacia arriba sino un maestro-pata digamos. Cómo cree usted que ha
podido construir eso, qué mirada tiene usted respecto a esto.
Bueno yo creo que ha
sido… no ha sido artificial, me ha nacido el trato horizontal. Lo que te
contaba, de conversar con los alumnos en la cafetería, no en la secretaría de
estudios donde yo estoy en un escritorio, el otro está sentado al frente en
inferioridad de condiciones, en una silla más dura generalmente, mientras yo
estoy en una silla blandita. El trato amigable, pues, da confianza, y esa
confianza significa una influencia en el alumno, pero también una respuesta del
alumno hacia el profesor, también amigable.
Siempre que hemos
hablado de esto, de estudiantes, usted siempre me ha mencionado a Inés Claux. ¿Nos
puede contar un poco quién es Inés Claux? Alguna de estas anécdotas que me ha
comentado, lo del poema, lo de la manzana, lo del Taller de Asistencia Técnica.
Bueno. Inés Claux, yo
la descubrí pues en la facultad con ese tipo de gestos, el día que, medio en
broma, el día del maestro, de hecho fue una broma ¿no?, lo de su manzana, me
pronuncia un discurso. Me pareció encantador. Y ella es la que se hace cargo
del Taller de Asistencia Técnica cuando Willly Bezold, que fue el organizador y
nombrado como primer director, tuvo que dejar el taller, no me acuerdo por qué
razón, creo que tomó un trabajo en el gobierno. El asunto es que Inés Claux se
queda y asume la dirección, pero con modestia, con humildad, con un trato también
horizontal con todos los estudiantes. Ella era estudiante de los últimos
talleres ahí, pero consigue formar un equipo muy lindo. Que trabajaba… está
dicho en el folletito ese del TAT. Consigue una colaboración y un cariño, así,
extraordinario. Se amanecían, trabajaban ahí, solamente con el deseo de hacer
bien, de trabajar para la comunidad. ¡Envidiable realmente! Y ese espíritu lo
llevan cuando va el Taller al Pabellón Central… y ahí es pues cuando… peleo con
Wakeham (ríe)… eso te he contado.
No no, a ver
cuéntenos.
Eso fue terrible.
Eso fue terrible…
Cuando yo era
decano, se da la nueva ley universitaria, la de Velasco, que elimina las
facultades. Crea los departamentos y las carreras. Las carreras podían tomar
cursos de los distintos departamentos. Entonces… yo no termino el decanato. Yo
soy el único decano que no ha terminado su periodo, me faltaron unos meses. Y
al mismo tiempo se crea un cuerpo muy fuerte central en la universidad, con
direcciones. Entonces Agurto, que era rector en ese momento, me pide que deje
el programa de arquitectura y que vaya a ayudarlo al pabellón central como director
de planificación.
Entonces hago eso,
me voy al pabellón central como director de planificación, y al poco tiempo se
vence el periodo de Agurto y convoca a elecciones (ríe). Ahí él procura más o
menos dejar una candidatura que pudiera seguir su tarea, y en esa candidatura
esta Solís, un ingeniero mecánico creo, y como vicerrector, Wakeham.
Un día conversando,
cuando la candidatura estaba todavía elaborándose, y Solís en una reunión me pregunta,
“¿Y qué tal este Wakeham, qué tal es como persona?, que lo quieren como
vicerrector”. Y yo le digo, es excelente persona, buen profesional. A mi juicio
tiene un defecto. “¿Qué defecto?” Es muy beato (lo dice susurrando).
(risas)
¿Y sabes lo que me
contesta? “Ah entonces me voy a entender bien con él, porque yo soy diácono…”
(risas) ¡Qué tal metida de pata la mía! (más risas)
Oye, con toda
seguridad que le contó… porque cuando toma el poder… me dejaron como, por lo
menos provisionalmente, como encargado de la secretaría de planificación,
director de planificación, seguramente mientras buscaban algún reemplazo. Y ya
estaba el Taller de Asistencia Técnica, y yo iba con frecuencia al TAT porque
lo quería pues, era mi criatura. En ese momento había mucho movimiento político
dentro de la universidad. Y un día, que iba por segunda o tercera vez, noto que
Wakeham me sigue. Hasta que lo paro. ¿Qué pasa?, ¡me está usted siguiendo! (se
rie). Y ahí me alegó que estaba yendo yo a promover la politiquería en el Taller
de Asistencia Técnica. Oye me indignó tanto que lo rechacé pues, y casito nos
agarramos en el pasadizo del rectorado. Me indignó. Me indignó, y como producto
de eso renuncié. Tonto. No he debido renunciar, he debido pedir licencia…
renuncié a todo, y no acabé mi periodo, no llegué a 30 años, por pelearme con
Wakeham. Que me tenía jurada además porque, en la Agrupación Espacio, lo
expulsamos (risas). Lo expulsamos pues, porque… hizo un conjunto de viviendas,
con techo de tejas (más risas).
Qué, y juicio
popular, y ¡juish!
¡Juicio popular!
Parece que yo fui el fiscal…
Por hacer tejas…
Y ahí Agurto me puso
como sobrenombre “Torquemada”.
¡Torquemada! (Risas).
Pero esa especie de juicio ¿con él presente ahí?
Claro
¿Ah si? ¡Qué loco!
Expulsado de la
Agrupación Espacio, y después acusado de beato, ¡imagínate! No me quería
Wakeham. Así que me fui de la facultad. Me dio mucha pena después, porque dejé
todos mis documentos oye, yo estaba… ahí en el pabellón central tenía un
armario con todos mis documentos. Los abandoné. Ahí por ejemplo tenía todas las
actas de un evento internacional que había hecho cuando fui decano, la CLEFA,
la 4ta CLEFA: Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Arquitectura, que se
produjo ahí, con presencia de Belaúnde que era presidente. Tengo fotos de eso.
¿Ah si?
En el Convento de Santo
Domingo inauguramos el evento ese, internacional, con facultades de toda
américa, la 4ta CLEFA. Las actas las tenía. No hice el informe final, me quedé
sin hacerlo. Eso me dolió mucho.
Bueno, hablando de
esto de la Agrupación Espacio, yo me acuerdo la primera vez que lo vi a usted
en una conferencia hablando de Espacio, fue contando justamente esta especie de
juicio popular que le hacían a Wakeham.
¿Ah si? (ríe)
En La Cabaña
justamente, el Parque de la Reserva. Si. Y yo, lo primero que pensé cuando
escuché eso, porque yo era muy muy chico, recién había entrado creo, pensé ¡ala,
qué fanáticos que eran! pensé. ¿Usted considera que la Agrupación Espacio
llegaron a ser fanáticos?
¡Si! Si, si. Yo creo
que sí. Tuvimos un… bueno… llegó a ser una especie fanatismo, una especie de
religión. Estábamos capturados por la modernidad. Estábamos realmente… fíjate,
mi anécdota con Malachowski también es en ese sentido. Te conté ¿no? La he
contado varias veces.
Si si.
Cuando Malachowski
me encarga hacer una casa en el Campo de Marte, para un alto personaje, que ni
me acuerdo cómo se llamaba. Y me negué a hacerle fachada neocolonial que me
pidió. (risas) Me negué pues. Hice la planta. “Hay que hacerle fachada
neocolonial”. No, no, ¡eso yo no hago! (más risas) “¿Cómo no va usted hacer, si
el cliente lo pide así?”. Lo siento, ¡va contra mis principios! “Bueno,
entonces la hago yo pues”, me dijo. Malachowski. “Usted va a perder muchos
clientes, usted va a tener mala suerte”. Lo siento.
¿Y al final él hizo
la fachada sobre la planta que usted había hecho?
Claro, sobre la
planta que yo había hecho.
Con Héctor Velarde
me entendí mejor, porque Héctor Velarde si… Héctor Velarde me llamó a que lo
ayude en GraMonVel era entonces. GranMonVel era Graña Montero Velarde. El sí
fue… Velarde era pues una persona muy abierta, distinta a Malachowski que era
todo formal. Velarde… “hágame usted esta plantita para los policías”. El casino
de policías que está en Wilson. “Hágalo usted a ver, haga la plantita, la
fachada la hago yo, la fachada la hago yo, porque me han pedido columnas
salomónicas afuera, y a usted no le gusta eso”.
“Ya sé que no la va
a hacer”
(risas)
Y se fue pues con
sus planos a hablar con los policías. Regresa en la tarde. ¿Cómo le fue don
Héctor? “¡Bestial!” ¿Cómo le fue con las columnas salomónicas? “Ah, le puse no
dos, ¡cuatro columnas! dos a cada lado” (risas). “Claro que no era salomónicas,
porque ya me parecía demasiado, pero les dije que eran salomónicas” (risas) “y
se lo tragaron” (más risas). Y ahí está, ahí está el casino de policía.
¿Ah sí? ¿En Wilson?
Ahí está, hasta
ahora está oye, con sus 4 columnas, en la avenida Wilson. Pintado de verde
pues, como todo edificio de policía.
“¡Le puse sus 4
columnas!” Gracioso don Héctor…
Arquitecto, usted
que ha vivido toda esta etapa de transformación, y después también de mucha
intensidad en la arquitectura, ósea… había una columna en el diario El Comercio
que es el más importante, que se hablaba mucho de arquitectura, tenía una
posición digamos importante, la sociedad de alguna manera escuchaba lo que
decían los arquitectos. Al día de hoy, que la arquitectura es una anécdota que
ni se entiende ni se valora… ¿en qué momento o en qué momentos cree usted que
ha habido quiebres importantes, pasar de algo en lo que la gente estaba
involucrada intensamente, a esta situación actual?
Bueno ya hace
bastante tiempo. Porque yo me acuerdo que ya a la invitación a Chiclayo, a la Facultad
de Arquitectura de Chiclayo, ahí yo llevé ya mi charla, que se llamaba “La
arquitectura, esa desconocida”. Y ahí menciono cuatro o cinco aspectos de ese
desconocimiento, que después en una versión más moderna, un poco posterior,
subí a siete. Siete malentendidos en la arquitectura. Ahí la tengo. Todavía
pienso agregarle algún otro malentendido. “La arquitectura, esa desconocida”.
De eso, fíjate, ¡hace cuánto tiempo hace! Y no ha mejorado la cosa, no ha
mejorado. No se habla de arquitectura.
Fíjate, este libro (uno
de los que tenía sobre la mesa), hecho por estas dos chicas, es una
muestra. A mí me invitaron, ahí hay un artículo mío, sobre esta época
precisamente, de la facultad, de Espacio, léelo porque te va a interesar, es
una especie de resumen. Estas dos chicas, con un trabajo importantísimo, porque
ahí hay un ejemplo nomás de 60, no me acuerdo si 40 o 60 edificaciones, pero
ellas tienen toda la documentación, buenísima. Se fueron donde el ministro de
cultura, a invitarlo a presentarle este documento. Y el ministro de cultura les
aceptó, les señalaron en el mes de abril. Y a mí más o menos en febrero-marzo
me dijeron, en abril se va a presentar en el ministerio de cultura, le
avisamos. Llegó abril, nada. Mayo, nada, no me avisaron nada, se fue
postergando. Porque ellas invitaron al ministro, el ministro se comprometió con
ellas. Terminamos presentándolo en la feria del libro. En la feria del libro
con un delegado del ministerio de cultura. Que no asistió.
Esa es la realidad
de cómo se considera la arquitectura. Y por supuesto que va a la ceremonia del
vals criollo o de cualquier cosa de estas, de este tipo de espectáculo ¿no? La
arquitectura no existe, no existe. Estamos rodeados de arquitectura caray, pero
no existe. Quizás por eso no existe, porque es demasiado evidente.
Le re pregunto, ¿desde
cuándo usted sintió que dejó de existir?
Lo puse en letras
esta primera vez en Chiclayo. Pero desapareció. Desapareció de la discusión
pública. Incluso por desidia de los propios arquitectos. El propio colegio
desconoce la verdadera importancia de la arquitectura. Y ahí en esa charla lo
digo. Voy a revisarla. Me has dado… he sentido ganas de revisarla y ponerla al
día.
Algo que creo que
usted nos ha enseñado es que la arquitectura no está encasillada solamente en
el diseño, en la construcción, sino que, tal como la labor que usted ha
realizado, tiene que ver con una labor editorial, con la investigación, con la
docencia, pero sin dejar de lado también la importancia del diseño y la parte
técnica digamos. Yo quisiera saber cómo maneja usted estos diferentes ámbitos
en los que ha desarrollado su carrera.
¿Si pudiera elegir
usted entre la política y la arquitectura, o los ve como una unidad? ¿Si
pudiera elegir entre el trabajo editorial y el diseño? ¿O entre ser maestro o
ser amigo?, que ya me ha explicado que es maestro-amigo. ¿Entre la crítica
escrita o el humor gráfico? ¿Cómo mantiene usted todo esto junto? ¿O son varias
casillas que por momentos se dedica a una, o lo toma como una cuestión así
integral?
CUARTA PARTE (FINAL)
Llegamos a la última
parte de la entrevista. Fueron más de 3 horas de conversación, que he
transcrito con mucho placer. Cabe señalar que cada una de las publicaciones ha
tomado por sorpresa al arquitecto, es decir, se han hecho sin revisión previa
de su parte ni edición alguna de la mía, salvo mínimos detalles de limpieza del
texto. Me parecía que debía ser así para mantener la frescura de sus palabras.
Ya en el camino he recibido aportes suyos o de sus familiares para pequeñas
correcciones (nombres, datos puntuales, precisiones) que agradezco y que de
hecho ayudan a mantener el verdadero sentido de lo dicho.
Continuamos…
Cuarta parte: Final
Algo que creo que
usted nos ha enseñado es que la arquitectura no está encasillada solamente en
el diseño, en la construcción, sino que, tal como la labor que usted ha
realizado, tiene que ver con el trabajo editorial, con la investigación, con la
docencia, pero sin dejar de lado también la importancia del diseño y la parte
técnica digamos. Yo quisiera saber cómo maneja usted estos diferentes ámbitos
en los que ha desarrollado su carrera.
¿Si pudiera elegir
usted entre la política y la arquitectura, o los ve como una unidad? ¿Si
pudiera elegir entre el trabajo editorial y el diseño? ¿O entre ser maestro o
ser amigo?, que ya nos ha explicado que es maestro-amigo. ¿Entre la crítica
escrita o el humor gráfico? ¿Cómo mantiene usted todo esto junto? ¿Son varias
casillas que por momentos se dedica a una y luego a otra, o lo toma como una
cuestión así integral?
Bueno, la pregunta
es muy difícil.
Si (risas)
Si, si. Es muy
difícil porque… yo creo que es la oportunidad. Se presentan las oportunidades y
uno está dispuesto a aprovecharlas en ese momento, o en otro. No hay una… no
escojo, viene sola con la ocasión, conforme… a veces hay un artículo, me
provoca pues contestarlo ¿no? Y a veces lo contesto pero no le doy curso. Por
ejemplo eso de la leche Gloria (risas). Apenas lo leí, caramba hago un artículo
sobre esto pues, lo mando al periódico. Y no lo he hecho hasta ahora. Y es
delicioso pues (ríe).
Claro. En el día a
día cotidiano, me imagino… Hasta ahorita tiene usted proyectos. Entonces tiene
que hacer una casa, quiere contestar un artículo, se le ocurre hacer un dibujo
de algo, le interesa por ejemplo venir a conversar con nosotros ¿no? Osea son
inquietudes que tiene usted ahí todo el rato.
Si. Si, eso es, eso
es. Como una materia que busca la ocasión, o la encuentra y produce su
aprovechamiento. Pero a veces se guarda. Y me quedo con las ganas.
En esa inquietud yo
me acuerdo también algo que me llamó mucho la atención, hace unos años, que vino
usted y nos dijo ”muchachos, tengo una novedad, he aprendido autocad”. Hace
como 4 años creo, que Machicao le había enseñado a usar autocad.
Si, me comenzó a
enseñar y yo creí que ya lo sabía (risas)
Usted ha seguido
manteniendo contacto con el autocad, o esa vez tuvo una aproximación…
Tuve una
aproximación y no pude seguir. Porque necesitas mucho ejercicio permanente. Ahí
me venció, dije mejor no. Es como el facebook también, no profundizo más.
Apenas han inventado este WhatsApp. Ya no puedo. Messenger ya no puedo ya. Esto
(muestra su celular) solamente para hablar por teléfono, ya no puedo
entrar más. Empiezo a aprender y me parece ya muy poco usarlo.
Pero hay como una
curiosidad que lo obliga de alguna manera a alguito saber. Osea autocad al
menos ya no es chino para usted. Facebook, ud publica, mete sus likes por ahí.
Entonces, en ese sentido, qué otras cosas, a la edad que tiene, todavía siente
que le gustaría aprender, o que le faltaría aprender. Alguna cosa que usted
sienta así inquietud de todavía saber más.
Toda esta
tecnología, me parece interesantísimo. Pero qué pasa. Me siento en la
computadora, me viene un mensaje en Facebook, empiezo a enamorarme del asunto,
y paso a una cosa, y paso a otra, y entonces digo, caramba… ¡he perdido toda la
mañana! (risas).
Y no he dejado de
hacer lo que quería hacer. Por ejemplo, el libro que estoy haciendo hace tanto
tiempo, ya tengo como 3 o 4 años. Sobre la vivienda, estos testimonios de la
vivienda. Tengo como 25 textos ya preparados y listos, me faltan las
ilustraciones. De testimonios de gente como Agurto, de Martins… todos los que
han intervenido de algún modo en la vivienda, los 60 años que hay desde el 45
hasta el 2005. Me he parado el 2005 porque no quiero ir más allá. Pero de esos
60 años tengo unos 25 o 30 testimonios. Transcritos. Primero grabados,
transcritos, después ya editados, con Rosalía justamente. Oleados y
sacramentados. Me faltan ilustraciones. Ya se me acabó la plata, me dieron 5
mil dólares, se me acabó. Ahora estoy más bien debiendo. A Rosalía le debo como
4 mil soles (risas). Tengo que hacer una impresión de un machote, una impresión
provisional, y con eso pedir más plata. Al patronato de la UNI, al Ministerio
de Vivienda. Con ministerios no quisiera meterme. Ni con empresas ni con
ministerios, preferiría que sea académico. Pero… los primeros 5 mil fueron del
patronato de la UNI, supongo que podrá seguir siendo el Patronato. Necesito 5
mil dólares más para las ilustraciones y otros 5 mil para la impresión. En esas
estoy ahora.
Otro proyecto que
también está comenzado, ½ de Construcción, una selección de textos e ilustraciones
Una selección de los
ciento ochenta y tantos números…
Si, si. Mi hijo
Alejandro me ayudó en una primera aproximación. Necesito quien me ayude, en completar
¿no?, en hacer una nueva selección de lo que tengo ya listo…
Eso, y una tercera
cosita que me gustaría tener, la historia de la plaza de acá
(se refiere a la
plaza que remodeló en la zona comercial de San Felipe, con gran éxito)
Ah también está
escribiendo…
(Llega su esposa, nos saludamos)
Mi compañera de
viaje, de Buenos Aires
“Lo están
entrevistando por lo que veo”
Si, si, tantos años
que nos conocemos y primera vez que le estamos haciendo una entrevista así más
formal, de tantas cosas que hemos conversado….
(Conversan sobre
su teléfono y otras cosas cotidianas)
“Bueno sigan nomas
chicos”.
Muchas gracias.
Bueno arquitecto,
para terminar a ver. Esta sí es una pregunta un poco más personal. De una
curiosidad, a ver si puedo sacar algo. Que es lo que muchos se preguntan. Que
cómo hace usted para mantenerse tan humilde y tan sencillo. Que es una cuestión
bastante difícil, de estar rodeado todo el tiempo de personas que a uno lo
llenan de halagos, que le dicen que tú eres un personaje histórico, que eres
una leyenda viviente, que eres un maestro, que eres el maestro de mi maestro.
Usted todo el día está rodeado de ese tipo de comentarios ¿no es cierto?
Bueno ahorita nomas
ah (risas)
No sé si usted es
consciente de eso, si alguna vez se ha preguntado o ha tenido que pensar en
algo para no caer, porque es muy fácil cuando uno está lleno de halagos, caer
en creerse…
La divina pomada
La divina pomada,
etc.
Mirarse en el espejo
Claro, de mirarse en
el espejo, de la vanidad ¿no es cierto? Esa relación con esa forma de poder, desde
este punto de vista, si usted es consciente, ¿cómo hace para manejarla? Hay alguna cosa en usted, alguna voz interior
que le recuerde, no sé, su infancia, su madre, Arequipa… ¿Qué es lo que lo
mantiene, digamos, cable a tierra?
No sé (risas) No sé.
Pero a mí me daba mucha risa un personaje que había en un programa de
televisión. Un personaje que se miraba en el espejo y que decía: “Gracias
papito, por haber hecho esto” (risas) ¿Cómo se llamaba? Un personaje de la
televisión…
¿Quién puede ser?
Chuiman, derepente. “Quién soy yo, ¡papá!”
Puede ser. No me
acuerdo, me daba mucha risa ese auto elogiarse, es desesperante. Pero en broma
es.... No sé, tu pregunta no la agarro por ningún lado (risas).
Bueno últimamente
oye, además, ha coincidido que, mira, en este libro hay algo mío, en este otro
hay algo… llevé el último número de…. ¿cómo se llama la revista del colegio?
¿La del CAP?
Si
No sé cómo se llama,
creo que nunca la he visto.
¿Hexágono?
Ah, Hexágono, si.
Hexágono. Llevé a
Buenos aires. Pedí pues algo, al decano. A la secretaria le dije, me voy a Buenos
Aires, me invita el colegio, por favor, manden una carta, puedo llevar una
carta, o un libro, un regalo, algo. Y me mandaron una carta, que me dio
vergüenza. Dirigida… ¡a otra persona! No sé qué nombre. Y resulta que la
autoridad máxima en el colegio de Buenos Aires es una arquitecta, y tuve que entregarle
el libro ese de los 50 años del CAP. Le entregué el libro y le dije, la
comunicación está equivocada, le pido perdón. La voy a reemplazar, pero la dejo.
No importa me dijeron. Mira desde que he llegado, hace una semana, trato que me
den la misma comunicación, pero con el nombre correcto. No puedo, hasta ahora
no puedo.
Bueno en esa revista
que he llevado hay también un artículo mío y no sé qué otras cosas más.
Entonces parece que la hubiera llevado yo para hacerme propaganda (risas).
(Interviene
Eleazar)
“¿Siente que en los
últimos 15 años aproximadamente, su relación con los alumnos de las
universidades ha sido mayor? (…) Hoy en día yo siento que a los alumnos les
preguntas si conoces a Adolfo Córdova, y te responden si, en una, sin embargo
hace 15 años solo los que habían investigado un poco de Espacio, por ese lado
lo conocían. Usted cómo ve esa relación en los últimos años con los alumnos.”
Buenos es eso que tú
dices. Espacio comienza a reconocerse a partir de este siglo. Comienza un
interés nuevo por Espacio, a partir de los 50 años. Ahora estamos ¿70 años no?
Osea es 48, ¿no? Los
50 ha sido en el 98.
48… no, 47.
Claro porque yo he
ingresado en el 98, y ahí mismo había sido lo de los 50 años. Ahí es donde
escuché de Espacio en la FAUA.
Claro eso fue por
los 50 años. Ha habido como un reconocimiento ¿no?, que ahora es menos, fíjate,
son 70 años, sin embargo no ha habido lo que hubo a los 50 años. A los 50 hubo
conversatorios, hubo conversatorios en el nivel profesional y en el nivel
académico. En los dos niveles hubo eventos recordando los 50 años. Ahora 70
años, no ha habido nada, no ha habido nada. Y cuando las chicas estas me
dijeron que esto se iba a presentar por el Ministerio de Cultura, yo les dije,
será el primer acto de recuerdo de los 70 años de la Agrupación Espacio. No
sucedió. Me invitaron a la Católica a un conversatorio para celebrar los 70
años. Lo postergaron. Porque querían que esté también Szyslo, Szyslo se ha
accidentado…
Si. Hicieron uno
pero interno nomas, pequeño.
Hicieron uno sí.
Pero interno nomás solo
en la Católica.
Pero ha aflojado. A
los 50 años fue el interés. Renació un poco ese interés por la arquitectura. Pero
después no. Es raro, no sé. Es raro porque acá sucede eso, en otras partes no.
En otras partes la arquitectura tiene una sección, en los periódicos. Hay una
sección de crítica arquitectónica, acá no.
¿Qué pasa? Uno de
los hechos es, quizás, que la historia peruana es muy fuerte, muy importante.
Mira, la República termina en 1925-30 por ahí, después no hay nuevos
monumentos, nuevos reconocimientos de buena arquitectura. Creo que lo último es
la casa de “Cartucho”, que además está totalmente descuidada, creo que es lo
último, lo último que se ha reconocido como patrimonio. ¿Qué pasa? Es que es
muy fuerte la historia pasada. La historia, bueno, pre colombina, es pues muy
rica, pero también la historia colonial ¿no?, las casonas. ¿Después de las
casonas?
Además, nos tocan
autoridades incultas. Por ejemplo este señor Castañeda (risas), es pues
terrible. ¿Qué está haciendo con el centro histórico? ¡Nada! Está esperando que
se desmorone. No hay ninguna política en ese sentido.
Una cosa que me da
pena. En la avenida Arequipa, es otra cosa que hace tiempo quiero escribir, en
la avenida Arequipa hay un letrero, cuando sales del zanjón, a mano derecha, un
local que iba a ser el Banco de la Nación, hay un letrero que dice: en este
edificio se va a mudar el Tribunal Constitucional. El TC actualmente ocupa la
casona en donde estaba el INC, al costado de San Francisco. Es un lugar
precioso, una casona maravillosa. Ahí funciona el TC. Y se van a mudar a un
edificio de concreto y van a abandonar ese local maravilloso. Y el alcalde de Lima,
que debería luchar porque el centro tenga vida, bien gracias, no le interesa, no
sabe del asunto. Terrible. Y el centro sigue muerto, y esa casona se convertirá
en un tugurio, como tantas casonas. Es bellísima esa casona. ¿Ustedes han
entrado?
No no, por fuera
nomas.
Ah, es muy linda, es
muy linda. Ahí era el INC el que la cuidó muy bien. Se creó el Ministerio de
Cultura, dejó de existir el INC, se abandonó esa casona, felizmente que la tomó
el TC, donde funciona perfectamente bien, no necesita más. Y se van a mudar a
un edificio de concreto, de la avenida Arequipa. Eso. El abandono del centro
pues. Eso es.
Terrible.
Bueno arquitecto,
esas eran todas las preguntas que tenía para usted. Por ahora.
Muchas gracias.
…
Terminada la
entrevista, le pido asomarme en sus libros, mientras coordina con Eleazar para sacar
algunas fotos finales, a lo que accede amablemente, posando con soltura.
“No te lleves ninguno”,
me dice sonriente. “Mis libros son un caos caray”. “¿Con anteojos o sin
anteojos?”
Han pasado dos años
y medio desde esta conversación. Nuestro amigo Adolfo Córdova continúa
trabajando, curioso, atento, incansable. A sus 95 años es un jovencito inquieto
que sigue recibiendo no solo el cariño y aprecio de gente de todas las edades,
sino también reconocimientos del más alto nivel, que sobrepasan el ámbito de la
arquitectura. En la ceremonia de entrega del último, otorgado por el Ministerio
de Cultura como Personalidad Meritoria de la Cultura, tuvo a bien dar
unas palabras urgentes en favor de la arquitectura, “esa desconocida” que tanto
ha reivindicado a lo largo de su vida:
"La arquitectura es el testimonio de la cultura.
Es el testimonio más valioso porque es el más
presente.
Cada época tiene en la arquitectura una forma de
permanecer.
Esa es la importancia de la arquitectura: es el
testimonio vivo, permanente."
Al amigo, con
cariño.
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